El repentino cambio de actitud en Karan la tomó desprevenida, el joven sin esperar respuesta alzó a la chica como si fuera una pluma entre sus garras, pasó de un salto el río y corrió por el prado hasta entrar nuevamente en el resguardo de los árboles. Era muy ágil, muy veloz, su expresión decidida tenía en alerta a caperucita. -Qu...¿qué sucede?- El lobo la apretó contra su cuerpo como respuesta.
-Te lo explicaré cuando estemos a salvo... ahora debo concentrarme.- Dijo rápidamente entre jadeos.
Caperucita se quedó en silencio, y cerró los ojos, sentía el viento y algunas hojas rozar su cara, escuchaba el zumbido del aire pero no pudo detectar el crujir del follaje bajo los pies del lobo, cuando los abrió intrigada se dio cuenta que éste estaba moviéndose entre los árboles.
Después de un rato que le pareció una eternidad, finalmente Karan se detuvo, su pecho subía y bajaba, su respiración estaba bastante agitada y unas gotas de sudor resbalaban por sus sienes, sus ojos dorados aún estaba alerta.
-Los cazadores... encontraron los cuerpos inertes de los desagradables hombres que te asaltaron, empezaron a seguir el rastro de sangre que dejé... fatal descuido de mi parte.- Cerró sus ojos un momento mientras con una mano apretaba un poco su frente. Los abrió intentando suavizar la mirada. -Sospechaban de mi presencia desde hace un tiempo, pero ahora que ataqué uno de su especie me van a perseguir sin descanso... y si te veían conmigo, estarías en graves problemas.- Mientras le explicaba, la dejaba delicadamente en el suelo.
Sentía una presión en el pecho de angustia, ¿cuántas veces iba a arriesgar su pellejo por una tonta humana?, si mató a aquel hombre había sido por protegerla, además ella le había disparado a otro. -P... ¡pero me conocen!, yo les puedo explicar que eran unos bandidos, que tú salvaste mi vida ¡también soy culpable! ¡yo maté al uno de ellos!- Karan posó sus manos sobre los hombros de la chica y soltó un suspiro.
-Preciosa, no servirá de nada, igual me darán caza, ¿recuerdas lo que soy no?- Dijo mientras señalaba sus orejas, los humanos destruyen todo lo que es diferente a ellos, especialmente lo que es potencialmente peligroso y los de mi especie han colaborado para mantener el recelo y odio.-
-No debiste ayudarme, solo te causé problemas.-
-Al contrario, yo te debo mucho y voy a protegerte cueste lo que me cueste.-
"Yo te debo mucho", repitió esa respuesta varias veces en su cabeza, apenas se habían conocido y en ese corto lapso no había hecho más que complicarle la existencia, ella le debía su vida no al revés. Se quedó un rato meditando cuál sería la acción más prudente para evitar que Karan siguiera exponiéndose y finalmente optó por retomar el rumbo a casa de su abuelita y permitir que él huyera lejos de los cazadores... no pudo evitar sentirse triste, quizás no lo volvería a ver jamás.
-Creo que es momento de separarnos, si notan mi ausencia van a terminar por pensar que me comiste o algo así y empeoraría todo, debes huir lejos, no quiero que te pase algo más... debes vivir...- Apartó la mirada hacia un costado con pesar cuando sintió algo húmedo en su mejilla que le provocó un escalofrío... el lobo la había lamido.
-¿¡Qué rayos!?- Giró para encontrarse con la mirada enternecida del lobo, sin explicarle la cargó nuevamente a tiempo que le decía: -Comprendo, tienes razón no quiero que tu familia se alarme, ¿a dónde te dirigías exactamente? yo te llevaré.-
Estaba de nuevo ruborizada ¿cuántas veces iba a pasarle lo mismo?, apretada contra su torso incluso sentía su aroma amaderado, olor a bosque... penetrante y único. -Yo...me dirigía a casa de mi abuela...- Dijo como si estuviera embriagada. -Está en el pueblo al centro de la foresta.- Sus párpados le pesaban, estaba cansada y sin darse cuenta se quedó dormida en los brazos de su canino guardián.
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Una Historia De Caperucita, El Lobo Y El Cazador
RomanceCaperucita se dirige por primera vez sola al bosque, su encuentro con un hombre lobo que le salva la vida despliega una serie de eventos y decisiones que pueden cambiarlo todo... Pero un joven cazador la pretende sin saber el creciente afecto que e...