La invitación

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Camino al mercado Amaris revisó detenidamente la lista que le había proporcionado su madre, así podía organizarse mejor. Hizo varias paradas en puestos de frutas, verduras, carne y tiendas de abarrotes hasta que ya tenía casi todo, la cesta pesaba un montón y con trabajo podía cargarla. -(Vamos Amaris, si vas a entrenar para cazadora más te vale aguantar ¡y hacer pesas para volverte más fuerte!)- Se repetía continuamente para darse ánimos, cuando estaba por entrar al último establecimiento un saludo detuvo su avance en seco.

-Buenas tardes Amaris.-

-(¡Mierda!)- Se reprochó, conocía muy bien ese tono de voz masculino, se trataba de Evan sin lugar a dudas. -Buenas tardes.- Respondió secamente evitando voltear.

-Llevas demasiadas cosas, permíteme ayudarte con la carga.- Extendió la mano y tomó parcialmente la cesta, caperucita reaccionó retirándose fuera de su alcance.

-Que amable, pero descuida, no hace falta- Giró dándole la espalda.

Durante el transcurso de los meses después de que Evan reportara el despiadado asesinato de Karan y ordenara separar a caperucita de su abuela, la forma en que ella lo trataba había sido mucho más fría y cortante, le irritaba su simple presencia y se lo hacía notar. Pese a eso el joven no desistía, se mostraba calmado y amable incluso cuando ella se portaba de forma muy grosera.

-No es ninguna molestia.- Se acercó rodeando ágilmente a caperucita, tomó la canasta y la retiró de los adoloridos dedos de la chica que no pudo poner resistencia. Luego abrió la puerta y le hizo un gesto para que pasara. Ella entró de mala gana a la tienda, derrotada. -¡Buenas tardes señorita Kidemona.- Saludó cordialmente el tendero, pero cuando vio al cazador hasta reverencia hizo. -¡oh! ¡Evan Érebo! sean bienvenidos, ¿qué puedo hacer por ustedes?-

-Buenos días señor Anker. -Saludó la chica intentando modificar su avinagrada expresión actual por una más amigable. -Necesito una docena de huevos, dos barras grandes de mantequilla y tres litros de leche por favor.-

-Enseguida, usted joven Érebo ¿Gusta que le traiga alguna cosa?-

-No, yo solo vengo apoyando a la bella señorita con sus compras.- Respondió de forma tranquila mientras la esperaba cerca de la puerta.

Amaris frunció el ceño, ¡se sentía tan molesta! el cazador ahora la acompañaría hasta su casa, justo lo que ella intentó evitar desde un principio. -(¿Por qué justamente tú tenías que aparecer en mi camino?)- Reprochó para sus adentros, pero evitó hacer una escenita dentro del local. Recibió los insumos, pagó y salió echando chispas.

-Puedes poner lo que acabas de comprar en la cesta, se puede hacer más espacio moviendo unas cosas.- Le recordó el chico.

-Ya que tú llevas la mayor parte del peso, creo que yo puedo encargarme de ésto.- Abrazó con más fuerza la bolsa y casi quiebra un par de huevos.

Evan sonrió levemente sin hacer ningún otro comentario u ofrecimiento, caminaron sin cruzar palabra, lo cual era raro, por lo general él buscaba entablar conversación, su silencio estaba poniendo de nervios a caperucita que no dejaba de preguntarse qué estaría tramando. Casi al llegar a su casa finalmente habló el cazador.

-Vine aquí hace rato, tu madre me dijo que habías salido para hacer un mandado, comentó que vendrías muy cargada así que decidí buscarte para ayudar, pero no logré encontrarte rápido...-

-(¡Demonios mamá! ¡Tenías que abrir la bocota!)- Apretó la bolsa de papel que tenía en sus manos nuevamente. -Y... ¿a qué viniste?- Lo interrumpió, quería saber de una vez por todas y sin rodeos qué quería.

-Simplemente a entregarte ésto.- Dejó la canasta en el suelo para sacar un sobre bellamente adornado del bolsillo de su uniforme, se lo extendió a la chica que lo miró extrañada. -Es una invitación para ti y tu familia al gran baile en la mansión Érebo, se trata de una ocasión muy especial.- Se quedó un minuto esperando, pero como caperucita no se decidía a tomar el sobre, Evan optó por dejarlo en la canasta con las compras para no presionarla más y concluyó. -Espero que puedas acompañarnos.-

Una Historia De Caperucita, El Lobo Y El CazadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora