Cara a cara

50 3 3
                                    

La abuela de Amaris estaba tan asustada como su nieta sin saber muy bien qué hacer, Evan portaba el uniforme con el escudo de su familia y no podía negarse a dejarlo pasar si éste se lo solicitaba, Karan estaba en la cocina y no tardaría en salir al comedor para poner la mesa.

-¿Puedo pasar para entregarle personalmente la carta a la señorita Amaris?- Evan no perdía el tiempo, tenía un propósito que cumplir. La abuela no tuvo más remedio que hacerse a un lado y dejarlo entrar, tratando de mostrarse amable con él. -Adelante, ésta es su casa. Hija, ¿podrías atender al joven? Tengo que terminar el almuerzo...-

Con éstas palabras la joven reaccionó brevemente, había que advertir a Karan que tuviera especial cuidado con el "invitado" así que tenía que mostrar buena cara y darle tiempo a su abuela de poner al corriente a su amigo. Bajó tratando de no tropezar por la inquietud para llevar al cazador a la sala. -Buenos días Evan, gracias por traer la carta de mis padres.- Sonrió levemente y tomó el sobre blanco de las manos del chico. -Acompáñame a la estancia, yo... quiero saber cómo están mis papás.- Dijo mientras de reojo espiaba en dirección a su abuelita que se apresuraba a la cocina.

-Se encuentran bien, estaban muy preocupados por ti cuando supieron que dos hombres habían sido atacados por una bestia mientras tú te dirigías a ésta casa. Francamente yo también temí que te hubiera hecho algo ese perro.- Sin reparo alguno se acercó a la joven quien retrocedió un paso incómoda. -Por eso vine hasta aquí, quería cerciorarme que estuvieras a salvo aunque en la primera ocasión estabas indispuesta...- Mientras hablaba daba algunos pasos acercándose más.

-Pues eres muy gentil por estar al pendiente de Amaris.- Una voz masculina detuvo su avance en seco. Karan estaba parado apoyado en el marco de la entrada a la cocina, tenía las manos en los bolsillos del pantalón y un rostro sereno con una ligera sonrisa.

-(¿Qué significa ésto?, acaso... ¿éste tipo está viviendo aquí con ella?)- Sorprendido por la repentina aparición de su contrincante dejó de caminar hacia Amaris y se dirigió al joven castaño. -¿Y con quién tengo el gusto?- Saludó tratando de sonar cordial, tenía que ser cuidadoso, aunque no dejaba de fijar su intimidante mirada con la finalidad de doblegar un poco al chico frente a él, Karan no desviaba los ojos ni lucía incómodo. Evan se paró a unos centímetros del lobo, estando a la par, cara a cara se podía notar que el cazador era un tanto más alto que el licántropo, pero ni así lograba someterlo como lo planeó.

-Mi nombre es Karan Lycos, mucho gusto.-

-El gusto es mío, soy Evan Érebo.- Extendió su mano para saludarlo. Por un fugaz instante el lobo pareció dudar pero al final le dio la mano y apretaron el saludo, como midiendo fuerzas de forma discreta.

Amaris estaba temblando, esos dos no decían nada pero soltaban chispas en el aire. Llegó la abuela a interrumpirlos con una charola de bocadillos. -¿Gustan té para acompañar?- les dijo haciendo que se soltaran. Ambos asintieron y se alejaron varios pasos, el lobo apretó un poco la mano con la que había tocado al cazador como si le ardiera.

-Yo le ayudo señora, voy a poner el agua a hervir.- Dicho ésto se fue con paso relajado dejando momentáneamente la zona de peligro para alivio de Amaris que sentía los nervios a flor de piel, respiró profundo para calmarse, si quería librarla sin que descubrieran a su amigo tenía que evitar a toda costa que se le despertara el instinto de protección.

La abuela dejó la charola de degustación y usando de pretexto ver cómo iba el té volvió a la cocina. Al entrar encontró a Karan enjuagándose la mano que tenía una marca roja levemente hinchada. -Por las hadas elementales, ¿qué fue lo que te sucedió hijo?- Dijo susurrando acercándose para ver si podía ayudarlo.

-Plata señora, el cazador trae un anillo de ese dichoso metal y como recordará los lobos somos muy alérgicos, pero no podía a permitir que me a amedrentara tan fácilmente.-

Una Historia De Caperucita, El Lobo Y El CazadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora