-¿¿Ella se encuentra bien??- Escuchaba entre sueños la voz de alguien. -Menos mal... tome precauciones...- Amaris se removía en el sillón inquieta, la voz la había despertado y los rayos del sol que se colaban por la ventana no le permitían volver a dormir. -Gracias joven, por favor avise a sus padres, que no se preocupen.- La puerta se cerró y el silencio reinó de nuevo.
Aunque todavía se sentía agotada ya no pudo continuar acostada, se levantó sintiendo la cabeza pesada y los ojos hinchados de tanto llorar, quitó una colcha que tenía encima y se sentó mirando al vacío un instante.
-Buenos días mi pequeña, el desayuno está listo si tienes hambre.-
La escuchó pero no respondió, perdida en su mente se preguntaba si todo había sido solo un sueño, estaba confundida. Se levantó y arrastrando los pies se dirigió a la cocina... ahí estaba su abuelita tranquilamente terminando de exprimir unas naranjas, se veía todo tan normal...
-Toma asiento querida, enseguida te sirvo.- Traía su mandil puesto y estaba sirviendo el contenido de la sartén en dos platos.
Obedeció y jaló la silla frente a ella, su abuela se acercó llevando un plato de huevos revueltos con tocino en una mano y un enorme vaso de jugo en la otra. -Toma hija, bebe, te hace falta.- Comenzó a ingerir el líquido, pronto ya no había nada en el vaso, su abuela le sirvió nuevamente y pasó lo mismo, estaba sedienta y no se había dado cuenta.
-Aaaah, tenías razón, si que lo necesitaba.-
-Lloraste un mar anoche, y con justa razón.-
-(¡Entonces no lo soñé!)- Los trozos dispersos de recuerdos empezaban a regresar a su lugar. Le había contado todo, cada detalle que pudo... se le hizo un nudo en la garganta cuando su memoria la llevó al instante que se despidió de Karan... -(¡Carajo!)- Maldijo, ¿que le diría ahora su abuelita sobre él? la incertidumbre le carcomía por dentro.
Adivinando lo que pasaba en la mente de su nieta, dijo suavemente: -¿Así que un joven lobo te salvó? no tengo palabras para expresar el agradecimiento que siento por noble su gesto.-
-No sabía si debía decírtelo, sé que detestas a las criaturas sobrenaturales.-
-Es verdad que les temo, viví la mayor parte de mi vida escuchando historias sobre lo viles que eran, relatos de como podían acabar con cualquier humano en un pestañeo, además los vi hacerlo...-
Amaris abrió sus ojos como platos, ¿que su abuela los había visto? esa respuesta no la esperaba en lo absoluto. La mirada alarmada de su caperucita le obligó a continuar: -Lo sé, es una historia que enterré en lo más profundo de mi ser, recordar es volver a vivirlo... pero no puedo negar lo evidente, no todos son iguales... me gustaría conocerlo algún día.-
Menuda sorpresa, sentía curiosidad por saber lo que había pasado, pero no se atrevía a preguntarle, ya había dejado claro que no era grato recordarlo, agachó la cabeza, hablar sobre Karan seguramente había traído esas deplorables escenas del pasado.
Su abuela continuó: -Anoche te dije que no era bueno que te guardaras todo por algo, cuando callas esas cosas llevas una pesada carga en tu corazón, compartirlas te libera, cuando lo haces con la persona correcta.-
-¿Y qué hay de ti?- Entornó los ojos hacia su abuela. -¿Alguna vez compartiste tus vivencias con alguien?-
-Solo con tu abuelo, que en paz descanse. Siempre fue mi confidente y mi mejor amigo, el amor de mi vida.-
La chica se quedó pensativa: -(Mejor amigo... amor de mi vida... yo no tengo ninguno).- Murmuró lamentándose.
Su abuela sospechaba que aquel lobo no se iría mucho tiempo, algo se lo decía, quizás él era lo que necesitaba Amaris, pero no podía estar del todo segura, el pánico por la noticia de un licántropo suelto en las cercanías había desplegado la fuerza de cazadores tras él, sería peligroso para el canino acercarse mucho. Eso le recordó que un muchacho había tocado la puerta temprano.
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Una Historia De Caperucita, El Lobo Y El Cazador
Storie d'amoreCaperucita se dirige por primera vez sola al bosque, su encuentro con un hombre lobo que le salva la vida despliega una serie de eventos y decisiones que pueden cambiarlo todo... Pero un joven cazador la pretende sin saber el creciente afecto que e...