Instintos Salvajes

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Todos los chicos tenían la expresión entre seria y asustada por la forma en Evan había recitado esas últimas palabras, desde hacía muchísimas generaciones los hombres lobo estaban muy alejados de su "humanidad" ya casi nunca se les encontraba en esa forma e incluso así se portaban básicamente como animales. En el entrenamiento se llegó a mencionar cuando algunos de esos ejemplares más humanizados vivían en las antiguas aldeas, tarde o temprano se les descubría transformándose en algún rincón del bosque. Las familias de éstos intentaban protegerlos pero eventualmente eran descubiertos, perseguidos, linchados o cazados. 

Si las teorías que estaban formulando eran correctas quizás la separación entre humanos y hombres lobo no había sido tan definitiva después de todo, algunos especímenes todavía poseían la habilidad de mezclarse. Incluso podían estar planeando todo éste tiempo vengarse de los humanos por intentar exterminarlos quizás aliándose o usando a otras criaturas para lograr su objetivo, pero aún era muy pronto para confirmarlo.

Para aclarar las dudas tenían que hacer una investigación profunda en los libros y antiguos pergaminos de la biblioteca del gremio al regresar, pero no podían hacer nada hasta que la lluvia se detuviera y fuera de día, la noche acogía muy bien a sus monstruosos hijos...

*En el pueblo*

-Karan... ¿acaso tengo que traer dulces todas las mañanas para que te levantes de la cama?- Se quejaba Amaris mientras estiraba las cobijas de el lobo. -Yo no tengo la culpa de que tu grito me despertara en la madrugada preciosa, tardé en volverme a dormir- Le contestaba pesaroso mientras se llevaba una galleta a la boca. -(Touché)- Pensó la chica soltando un suspiro, aún no lograba recordar con lo que había soñado como para gritar el nombre de Karan, sin embargo efectivamente ella era responsable de haberlo despertado en plena madrugada. 

Había dejado de llover, el cielo ya se estaba despejando, Karan se acercó a la ventana la abrió y se asomó, aspiró hondo mientras sonreía  -Nada como el aroma de la tierra mojada y la hierba fresca, es delicioso correr después de una tormenta, los olores a tu alrededor se intensifican y el bosque se siente tan vivo- Sus ojos lucían emocionados mientras veía las gotas de agua caer delicadamente.

Amaris lo observaba enternecida, él de verdad extrañaba el exterior... así que se le ocurrió una idea para que pudiera adentrarse un poco a su antiguo hogar sin levantar sospechas, algo casual y que muchas personas hacían normalmente. Salir a los alrededores para recoger hongos o bayas silvestres.

Emocionada con dar la caminata para animarlo, le dijo a Karan que bajara para desayunar cuando estuviera listo y salió de la habitación para avisarle a su abuelita que llevaría al lobo a dar un paseo para que se alegrara ya que andaba melancólico. -Me parece buena idea hija, con la orden de no dirigirse a los pueblos vecinos no se han podido abastecer adecuadamente las tiendas, también recomendaron no adentrarse demasiado al bosque o andar solos por seguridad, pero tú tendrás buena compañía.- Le lanzó una mirada algo pícara a su nieta y sin esperar a ver la reacción de ésta dio media vuelta y caminó hasta la barra para darle una limpiada a la cesta que se llevarían los jovencitos. La expresión que le hizo su abuela la dejó perpleja. -(¿Pues que piensa mi abuelita? si solo somos amigos...)- Aunque debía confesar que la idea de salir con Karan le ilusionaba mucho.

Terminado el desayuno (que consistió en omelette relleno de jamón y setas) Amaris se acercó alegremente a Karan trayendo sus botas y le dijo que se las pusiera porque tenía una sorpresa para él, intrigado preguntó de qué se trataba pero ella le contestó: -Si te lo digo ya no será sorpresa.- Y agarrando la capa y su cesta salió de la casa dando brinquitos como una niña dejando al lobo todavía más confundido y a la abuela muerta de risa en la cocina.

Al salir Karan vio a caperucita parada esperándolo cerca del gallinero que se encontraba al costado de la casa. Se acercó a la chica y poniendo una de sus encantadoras sonrisas mientras apoyaba un brazo en la pared de madera se inclinó hacia ella y le dijo: -Bueno preciosa, te sigo.- Ella lo tomó de la mano y lo jaló señalando en dirección a los árboles. -Iremos a recolectar algunos frutos y hongos al bosque, creo que eso va a gustarte.- La chica no perdía de vista la expresión del licántropo, al principio se mostró desconcertado pero en cuestión de segundos ya tenía los ojos abiertos de par en par contento y eso la hizo sentir muy dichosa.

Una Historia De Caperucita, El Lobo Y El CazadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora