Por siempre amigos

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Karan continuó abrazando a Amaris, se quedaron un rato así mientras ella recuperaba poco a poco la compostura. -Karan... tú y yo somos amigos ¿verdad?- Soltó la joven de pronto, sin dejar de abrazarlo ni quitar su cabeza de su hombro. -Si preciosa, somos amigos y lo seguiremos siendo si es lo que quieres- Le respondió con una sonrisa en los labios.

Caperucita se comenzó a separar levemente de él y deslizó sus manos hasta el pecho de Karan, éste dió un leve respingo por el contacto sorprendiéndose por la reacción de su cuerpo pero prefirió ignorarlo.

-Yo nunca he tenido un amigo de verdad, me la he pasado sola la mayor parte de mi vida.- La chica levantó sus bellos ojos y miró a Karan intensamente. -Me alegra mucho haberte conocido....- Dudó un momento sobre lo que debía decirle.

La verdad es que ella estaba pensando muchas cosas en ese momento, tenía una lucha interna entre el deseo de rogarle que no se fuera nunca y la parte que le decía que era pedirle demasiado. Él pertenecía al bosque, a la libertad... quedarse sería renunciar a todo, a su naturaleza y además ponerlo en peligro, eran amigos y por ello debía poner el bienestar de Karan sobre el de ella. Eso le rompía el corazón en pedazos, pero si lo apreciaba de verdad debía dejarlo ir, eso no significaría que dejarían de ser amigos ¿no? él le dijo que lo seguirían siendo si ella quería, así que luego de una prolongada pausa finalmente terminó su oración.

-...Quiero que sepas que siempre serás mi más sincero y grande amigo, aunque te vayas lejos podrás contar conmigo si algún día vuelves, solo prométeme que vas a cuidarte mucho.- Cambió su expresión de profunda tristeza por una sonrisa, después de todo si él estaba bien no podía pedir nada mejor.

Karan analizaba sus palabras, las noches anteriores se había quedado despierto meditando, no quería ponerla en peligro que es exactamente lo que hacía estando cerca, ni herirla por tener que marcharse como sucedió cuando eran cachorros. Lo que le acababa de decir facilitaba un poco las cosas pero al mismo tiempo lo confundía un poco, como fuera para mantenerla a salvo debía irse aunque siendo honesto quería hacer justo lo contrario.

-También contarás conmigo siempre preciosa, si me necesitas solo grita mi nombre, yo acudiré a ti sin dudarlo no importa dónde estés.- Se quedaron viendo un momento mientras sonreían levemente.

Una ranita brincó en medio de los chicos e interrumpió drásticamente el ambiente haciendo que por la sorpresa se soltaran al instante, el brilloso anfibio verde soltó un lengüetazo atrapando una mosca que zigzagueaba cerca, volvió a dar otro brinco y entró al agua clara salpicándolos un poco. Ahí fue cuando Amaris recordó que no tenía más que la ropa interior puesta y colorada como un tomate se llevó las manos al busto a avergonzada, ese gesto fue lo que hizo que Karan le prestara atención y no pudo evitar recorrer las delicadas curvas con la vista... ahora a él fue a quien se le subió el color a la cara.

-¡¡Oye!! ¡¡Prometiste que no me verías!!- Le gritó la chica muerta de vergüenza, tenía los ojos cerrados mientras apretaba más los brazos a su cuerpo tratando de cubrirse.

-Yo... yo... ¡¡perdón!! ¡¡te juro que no lo hice a propósito!!- Se volteó rápidamente tapándose con una mano los ojos pero ya era tarde, tenía la imagen de la hermosura semidesnuda grabada en la memoria.

-¡¡Mentiras!!- Le propinó tremendo empujón con una mano pegándole en la espalda y arrojándolo al río sin piedad. Se escuchó la entrada del pobre lobo al agua pero no se percibió si había salido a respirar.

Amaris abrió los ojos por fin y no vio a Karan asomándose fuera del líquido, se preocupó y se acercó a la orilla para inspeccionar, cuando estuvo cerca éste emergió como un tiburón y la hundió con él. Bajo el agua sintió cómo la levantó en brazos para después salir juntos. El lobo se reía.

Una Historia De Caperucita, El Lobo Y El CazadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora