Todas las noches, desde que Agoney tenía uso de razón, en la casa de los Hernández se repetía la misma rutina. Al ser el benjamín, él era el primero en acostarse, así que antes de dormir, se lavaba los dientes, sonriéndose en el espejo con la boca llena de espuma; después se dirigía a su dormitorio lleno de dinosaurios y estrellas que brillaban en la oscuridad, y se metía en la cama, tapándose solo hasta la cintura. Entonces llamaba a su padre, que no tardaba en aparecer por la puerta, y se sentaba junto a él en una silla blanca con el asiento de mimbre. Una vez arropaba a su hijo y dejaba un suave beso en su frente, compartía con él una de las mil historias que conocía de memoria.
Había una en concreto que el pequeño Agoney no se cansaba de escuchar. Una que pedía noche tras noche. A veces su padre, cansado de repetir las mismas palabras todos los días, lograba convencerlo para contar algo diferente. Pero como buen guerrero, el niño no se rendía, y la mayoría de las noches, Agoney disfrutaba de su historia preferida. No era famosa; no había batallas; no era épica. Pero era una historia que siempre le tocaba el corazón. La única historia que le hacía esconderse entre las mantas con una sonrisa de oreja a oreja, con el pecho caliente y mariposas en el estómago. La historia de cómo se conocieron sus padres. De cómo encendieron sus Marcas al hablarse por primera vez. De cómo sus vidas se unieron, y juntos decidieron comerse el mundo, reconociéndose como almas gemelas. La historia de cómo un intercambio tan insignificante como "¿No sabes lo que es un chicle?" "¿A caso te pregunté a ti?" volvió la vida de los autores de aquellas frases del revés.
A Agoney le encantaba fantasear con la idea de encontrar a su alma gemela, creando escenarios y conversaciones. Imaginando en qué contexto alguien le hablaría en latín.
Con los años llegó a saber que sus padres eran la única pareja de almas gemelas de su entorno. Cada vez era algo más extraño, por lo que mucha gente había dejado de creer en ellas. Y él fue perdiendo la esperanza. Poco a poco, Agoney empezó a pedir otros relatos, hasta que la historia de amor de su padre no volvió a oírse en aquel dormitorio. Le dolía pensar que quizás sus padres habían sido las últimas almas en encontrarse. Sin embargo ahí estaba, frente a su alma gemela, en un hotel ocupado por replicantes rebeldes.
Cuando salió del laboratorio, Agoney no tenía ningún plan en mente. Sabía que era una locura presentarse en el lugar donde, supuestamente, se escondía la resistencia, en solitario. Sin refuerzos y sin notificarlo a nadie. Solo él y su arma. Estaba dispuesto a defenderse si fuese necesario, pero no tenía intención de atacar.
No reconocía a la persona tras el volante, pisando el acelerador a fondo para llegar cuanto antes al hotel. Notaba como si una fuerza invisible le impulsara hacia su destino. No entendía nada. No sabía qué le estaba pasando. Pero, por una vez en su vida, había decidido dejarse llevar.
Llevaban al menos cinco minutos mirándose en silencio. Conectando sus ojos sin atreverse a mover un músculo. Sincronizando sus respiraciones sin siquiera ser conscientes de ello. Agoney fue el primero en romper el contacto, al querer recolocar la maceta que aún seguía bajo su brazo, para estar más cómodo. R reaccionó ante el movimiento del contrario.
- La puedes dejar en el suelo, que te vas a fundir con el ciprés -sugirió con media sonrisa. Agoney soltó una risita.
- Entonces podrás llamarme Cipariso -bromeó mientras dejaba la planta a un lado.
- ¿Eso me convertiría en Apolo?
Agoney se sorprendió ante la respuesta. Él conocía el mito debido a la minuciosa investigación que había hecho sobre el ciprés y su simbolismo en diferentes culturas a través de los tiempos. Pero ignoraba la razón por la que un replicante supiese de mitología. Decidió obviar lo que realmente implicaba su pregunta, aunque no pudo evitar sonreír.
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2051
FanfictionEra la primera vez que modelos Nexus-9 se rebelaban y se daban a la fuga. Hasta ahora, eran ellos los que cumplían el rol de Blade Runners, pero ante esta nueva situación, se decidió volver a contar con Blade Runners humanos, evitando que se corrie...