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Ya habían pasado tres días desde que salió del reino de su esposo, degel y cid conversaban amenamente hasta que el cochero indicó que ya habían llegado, degel se asomo por la ventana del carruaje apreciando una vez que las puertas se abrieron, a su antiguo pueblo, al cual solía escapar para disfrutar de las fiestas que eran organizadas en días festivos, recordando días aquellos en el que su padre lo descubría y lo castigaba en frente de su hermano menor.

Sin duda aquellos días no se arrepentia, solo parte que su hermano lo veía sufrir,cid le extendió algo, degel salió de aquellos pensamientos viendo la bolsa que tenia cid indicándole  que se cambiará de ropa, degel no le entendió pero cuando abrió la bolsa y vio aquellas prendas que usaba cuando no estaba en el castillo, comprendió lo que queria hacer.

La gente del pueblo estaban un poco decaído por la muerte del rey, degel caminaba junto a cid por las calles de comercio que estaban llenas.

-hace mucho que no usaba esta ropa- degel miraba su ropa, la cual usaba cuando escapaba del castillo, con sus típicos anteojos y su cabello amarrado en una coleta alta.

Ninguno de los pueblerinos lo reconocían de aquella forma, tan distinta en la que solían ver, su padre siempre le ordenaba vestirse bien, como la gente de su altura.

Los pueblerinos que pasaban al lado de ellos los miraban con curiosidad preguntándose quienes era aquel joven que acompañaba al guardia que siempre acompañaba al rey mayormente.

Siguieron caminando hasta llegar a un pequeño bar, que se encontraba algo lejos de los comercios, entraron al bar, que no era de esos bares de las orillas del reino, sino era uno tranquilo que era visitado por guardias, pueblerinos.

Cid se acercó a unos de los empleados susurrando algo, degel se acercó a ellos, el joven asintió y los guio a un lugar apartado del bar, a otra habitación, pasando por un pasillo al que recordaba con claridad.

Nos sentamos en la mesa, que era redonda de una madera gruesa, al igual que de las sillas. Tenia un mantel blanco con bordes dorados, en  la habitación sólo había aquella mesa al centro, no había ventanas ni luz, s olor una vela que alumbraba que estaba en el centro de la esa que alumbraba nuestro alrededor.

- ¿quieren algo de tomar?- preguntó el chico que nos guió aquí, los dos negamos y el chico salió, los dos quedamos en silencio un buen rato sin saber que decir o por donde empezar.

- degel, quiero saber ¿como hiciste para que uniti te dejará salir?- baje mi mirada para no mirarlo- ¿que le proponiste a cambio?- cid me conocía bien, sabía que haría lo que sea por la gente que quería, más si se trataba de mi hermana.

- yo...Le dije que haría lo que él quisiera- cid se asombro, no era para menos, le estaba dando lo único que me quedaba de dignidad, cid cerró sus ojos suspirando, me miro a los ojos totalmente serio, poniéndome algo nervioso.

- degel, después de que termine todo esto te escaparas- negué con la cabeza, era imposible, uniti me buscaría hasta el fin del mundo, y usaría todos los medios para traerme hacia el, si es posible usaría a mi hermano.

- no cid, es imposible, sabes que es capaz de todo por tenerme de nuevo, además, me temo que pueda usar a mi hermano, y es lo que menos quiero- dije decidido y serio, cid apretó sus manos, molestandose de pronto.

Decidí cambiar de tema, ya que si seguía cid me diría todos sus planes, y realmente no quería escucharlos, no quería tener esperanzas en algo imposible, porque uniti no descansaria hasta encontrarme, porque según el yo era su hielo, su frío,  en su vida.

- ¿que haremos ahora?- cid no comprendió por un momento pero comprendió al instante- primero hay que ir al castillo y después que pase el funeral hablar con los ancianos y convencerlos que camus no se case, al menos, no con el primo de tu esposo,  tendrás que buscar a alguien que sea un buen partido.

-¿y camus?, acaso ¿el no tiene palabra en este asunto?- pregunté aún sabiendo la respuesta, cid suspiro cerrando a los ojos, pero al abrirlos y  mirarme, como si quisiera decirme lo obvio y lo tonos que fue mi pregunta.

-no, degel, no la tiene- sus palabras fueron frías, del mismo tono que yo uso, suspire y asentí, y escuché todo lo demás que tenia que decirme, después de unas horas decidimos irnos y dirigirnos hacia el castillo y poder ver a mi hermano.










- joven afrodita por favor no salga - le decía uno de los sirvientes a un joven de apariencia de chica con un lunar de bajo del ojo izquierdo, tratando de convencerlo para que no salga.

- no,  harumi, iré a verlos- decía el joven decidido, tratando de apartar al sirviente de su camino, pues le era imposible ya que este no se movía y no le dejaba pasar, ya harto empujó al sirviente y camino hacia la puerta de salida, pero fue detenido por un agarre en su brazo, giro para ver al sirviente pero para su sorpresa no era el.

Su hermano mayor, quien le sostenía el brazo, lo arrastró hacia adentro pasando a un lado del sirviente, quien miraba al suelo con un poco de tristeza, afrodita trataba de soltarse del agarre, pero le era imposible, la fuerza de su hermano era mayor que la suya.

Su hermano lo llevo hasta su cuarto donde lo encerró, tomó la llave y volvió hacia el sirviente que detenía hace unos momentos a afrodita, quien aún  tenía su mirada abajo.

- te advierto, harumi, si para cuando yo llegue mi hermano no esta, tu sufrirás las consecuencias ¿entendiste?- el sirviente asintió, e la mayor salió del castillo en un carruaje hacia uno de sus pueblos, buscando a esos dos mocosos que no dejaban en paz a su hermano.

- no dejaré que tu hermano haga lo mismo que tú me hiciste, manigoldo- dijo decidido mientras viajaba por el carruaje por uno de los pueblos más alejados, con unos guardias que lo acompañan.








-esta tardando- decía un joven de pelo negro junto a otro de pelo azul, los dos esperando en la banca de aquel pueblo- ¿será que su hermano lo descubrió?- el peliazul lo miro, notando los nervios del pelinegro, sin mas se acercó a el y lo tomo de las mejillas sonriendo.

- te prometo shura que el vendrá y que escaparemos los tres, y que nadie nos podrá separar- sonriendo aún más levantando su pulgar, el pelinegro se relajo un poco y asintió.

La llegada de un carruaje frente a ellos los hizo levantar de donde estaban sintiendo que algo andaba mal, afrodita nunca vendría en carruaje para no levantar sospechas, el sentimiento de que algo malo ocurrió se instaló en ellos.

Del carruaje no salio afrodita, sino su hermano mayor quien venía acompañado por unos cinco guardias, quienes rodearon a los dos jóvenes.








Degel se cambio nuevamente de ropa, con la que tenia puesta anteriormente, y junto a cid entraron al castillo, los sirvientes lo saludaron con un ''bienvenido señor degel'', caminaron hacia la habitación de camus, ya que degel quería verlo pero al entrar este no se encontraba.

-¿camus?-preguntó al no ver a su hermano, degel miro a cid como si buscará una explicación, pero este no supo que responder, se suponía que camus se encontraba en el castillo con la estricta orden de no salir por los ancianos en persona cuando anunciaron su compromiso.

Cid cayó en cuenta en algo, ¿y si camus hubiera escapado en esos tres días que estuvo ausente?, trago grueso, sintiendo aún la penetreante mirada de degel en el, sin saber que decir, apartó sus ojos de degel, quien aún le pedía, no, le exigía una explicación, buscando a alguna sirvienta que le de información sobre camus.

Para su salvación, pudo preguntarle a una de las sirvientas que pasaba a hacer el aseo, les dijo donde podían encontrar a camus.

- ¿el joven camus?...lo pueden encontrar en el jardín, desde la muerte de nuestro rey, la mayor parte del tiempo lo pasa alli- cid agradeció a la sirvienta, notando como degel enprendia su camino hacia su hermano.
















Hola traigo nuevamente un nuevo capítulo de esta historia que espero y les guste.
Con el transcurso de los capítulos se sabrá de otros reinos y sus historias.
Y las respuestas de las preguntas del anterior capítulo, que hasta ahora se está respondiendo una poco a poco

Adiós y muchísimas gracias por leer esta historia a todos que leen esta historia.

HIELO Y FUEGO JAMAS ( Pausada )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora