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Shura, después de aquella fiesta, fue a su habitación para poder pensar. Tenia que hacerlo, ahora más que todo, ya que había involucrado a Aioros en todo esto.

Tuvo que hacerlo ya que era la única forma para poder estar con sus amores, pero tendría que hablar con Aioros. Sabía que el no sentía nada por el, él mismo se lo había confesado que no estaba interesado en el y eso lo aliviaba.

Porque si realmente lo estaba, estaría en problemas. Pero ese no era el caso así que esa parte estaba bien. Pero aun así tenía que decirle a lo que se estaba ateniéndose y que necesitaba su ayuda.

En eso tocaron la puerta sacándolo de sus pensamientos. Se levantó de donde estaba para abrir la puerta y dar paso a Aioros.

- ¿que pasa?- le preguntó, notandolo algo raro en Shura.

- Aioros, tengo que confesarte algo - dijo.

Shura lo invitó a sentarse con el para poder practicar a lo que se atenia en un futuro. Entonces le contó todo, lo de la carta y de lo que planeaba hacer.

- ¿le dijiste al consejo? - preguntó.

- acaba de llegar un mensajero con dos cartas, supongo que son de ellos. Pero...¿estas dispuesto a seguirme el juego? - le preguntó, mirándolo seriamente.

Aioros asintió, lo haría, porque tanto para el como para Shura les convenía hacer esto, para poder estar con las personas que realmente aman.

Shura, al saber que estaba con el, sonrió brebemente, sorprendiendo a Aioros, que desde su llegada no lo vio sonreír.

En eso la puerta se abrió con tal fuerza que los sobresaltó a los dos. Quien había entrado era uno del consejo, que traía dos hojas de papel estrujadas en una de sus manos.

- ¡¿que significa esto?!- gritó.

Cid y los demás soldados estaban alterados por la falta de información de los hermanos acuario. Después de despertar apenas habían recibido información de lo que paso el día anterior y querían averiguar si era cierto.

Pero los soldados de aquel reino no los dejaban entrar, apuntandolos con lanzas y amenazando que si daban un paso más no dudarían en atacar.

Cid, harto de todo esto, desembaino su espada igual que sus compañeros, pero sino fuera por las puertas que se abrieron dejando ver al rey de esas tierras, hubieran atacado.

- ¡¿qué esta pasando aquí?!- gritó Kardia, que después de visitar a Degel para darles su respuesta escuchó el escándalo que se había armado afuera.

- mi señor, estos soldados quisieron entrar a la fuerza pero nosotros...- interrumpido.

- ¡eso es mentira, nosotros sólo queremos saber como esta nuestro señor!- gritó uno de los soldados.

Cid guardó silencio, mirando fijamente a ese hombre, algo en el no le gustaba más no dijo nada. Kardia también lo miro, sintiendo la penetrante mirada de aquel sujeto de cabello negro que no tenia los rasgos de un acuariano.

- el rey de ACUARIO esta bien, solo sufrió un desmayo y ahora está descansando. Más les informo que su estadía se alargará porque su hermano ahora es el prometido del príncipe de ESCORPIO - dijo.

La sorpresa no se hizo de esperar por parte de El Cid y los demás, más solo Cid fue el único que más sorprendido estaba, nunca pensó que iban a aceptar tan rápido la propuesta, aunque sabía que tendría que estar feliz por Camus, no lo estaba.

Los demás soldados comenzaron a gritar, quejándose y demás cosas hasta que el potente gritó de Cid los callo a todos.

- ¡Ya basta!- gritó.

HIELO Y FUEGO JAMAS ( Pausada )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora