XI

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Ivar
Cuándo Sigrid y yo nos separamos, la miré con una sonrisa antes de que se sentara entre mis piernas y se apoyara en mi cuerpo.

-Yo también te amo, desde que tengo uso de razón- susurré en su pelo.

La envolví con mis brazos y ella puso sus manos sobre estos. Miré al frente. Ubbe y Sigurd seguían peleando sin haberse dado cuenta de lo que había pasado

-Ahora sí que no te vas a Inglaterra- susurré- no me puedo arriesgar a perderte.

-No me vas a perder, Ivar- susurró de vuelta. Cogió una de mis manos, besó mis nudillos.

Ragnar
Cuando desenterré las riquezas que tenía enterradas, pensé que al regalarlas podría encontrar más fácilmente a guerreros que lucharan a mi lado.

Cogí una mesa, la puse en el centro de Kattegat y puse todo lo que había desenterrado.

-¡Coged todo lo que queráis! pero a cambio debéis venir conmigo a Wessex- grité con una sonrisa y abriendo los brazos para darle énfasis. Varios hombres se acercaron interesados.

-¿Puedo llevarme esto?- me preguntó un hombre señalando una caja llena de monedas de oro. Me mordí el labio antes de volver a sonreír y responder.

-Si te vienes a Wessex conmigo es todo tuyo- cogí el cofre y se lo entregué pero no lo solté- ¿Y bien? Sé lo mucho que necesitas esto para tu hogar.

-Iré contigo, Ragnar Lothbrok.

Sigurd
Ivar y Sigrid decidieron ir al gran salón para comer, nos habíamos pasado toda la mañana entrenando. Nuestra madre nos pidió a Ubbe y a mi que fuéramos a buscar a nuestro padre.

Le encontramos en el centro de Kattegat. Le vimos regalando todas las riquezas que habíamos conseguido a lo largo de estos años.

Ubbe y yo nos acercamos a él. Un hombre sé acababa de llevar una bolsa enorme llena de monedas de oro y plata. Se la arranqué de las manos y la volví a dejar sobre la mesa con rabia.

-¿Qué te ha dado? ¿Por qué regalas las riquezas?- le preguntó Ubbe cruzándose de brazos.

-Necesito hombres para mi viaje, Ivar y Sigrid no son suficientes.

-Pero no tienes que regalar todo- dije yo.

-Nadie vendría si no fuera por esto- respondió.

-Recoge esto, vamos a comer, madre te quiere en la mesa- volvió a decir Ubbe.

Cuando llegamos al gran salón, nuestra madre, Ivar y Sigrid ya estaban sentados a la mesa. No pude evitar mirar a Sigrid, la imagen que tenía de ella gracias a mi sueño era tan maravillosa que no podía verla de otra manera.

Mi padre, Ubbe y yo nos sentamos en nuestros respectivos asientos.

Me fijé en cómo mi madre miraba a mi hermano pequeño y a la chica a su lado. Estaba sonriendo como si supiera algo que nosotros no sabemos.

-Madre, ¿puedes dejar de mirarnos?- preguntó Ivar.

Mi madre agrandó la sonrisa aún más - lo siento, es sólo que estoy muy contenta, nada más- respondió moviendo la cabeza como si quisiera alejar un pensamiento.

-¿Por qué estás tan contenta? - pregunté confuso.

-Pues porque vuestro hermano por fin a conseguido a una mujer, una preciosa, amable, cariñosa, audaz mujer- respondió, Ivar sonrió y miró a Sigrid.

-¿Es Sigrid, verdad? - preguntó Ubbe, que también se había dado cuenta de las miradas entre ellos.

-Sí- contestó esta vez Ivar- Padre- llamó a nuestro padre, este levantó la cabeza del plato y miró a su hijo que estaba en frente suyo- quiero que prohíbas a Sigrid que nos acompañe a Wessex- Sigrid le miró ofendida.

-¿Perdón?- dijo ella tragando el trozo de pan que se acababa de zampar- Ivar, quiero ir a Wessex, quiero venganza por lo que le hicieron a nuestro pueblo.

-Ivar, lo siento, pero es lo que ella decida- respondió Ragnar. Ivar puso cara de mosqueo, le entiendo, no quiere que su novia arriesgue su vida para vengar la de otros, pero Sigrid es una luchadora, sabe lo que hace.

-De hecho, yo no creo que debáis ir ninguno de los dos- se interpuso mi madre- habrá tormenta, los barcos se hundirán y moriréis. Lo he soñado.

Ivar miró Sigrid- Por favor, Sigrid. Mi familia juró protegerte mientras tus padres se iban con Bjorn... no quiero que cuando Floki vuelva haya que decirle que su hija a muerto. Ya pasó por eso una vez, no quiero que lo vuelva a pasar.

Vi cómo los ojos de Sigrid se cristalizaban, Ivar a tocado un tema peliagudo, hablarle a Sigrid de su difunta hermana la destrozaba. Se levantó de la mesa y salió corriendo del gran salón.

-Has tocado un tema complicado- explicó mi madre a Ivar.

-Lo sé, pero no tenía otra opción- comentó frío.

Ubbe se limpió la boca con un trapo y lo dejó sobre la mesa- iré a buscarla- murmuró antes de levantarse.

-No. Necesita estar sola- dijo nuestro padre. Ubbe miró la puerta como si estuviera dudando si ir tras ella o no, al final se sentó.

Me fijé en la expresión de Ivar, se le veía culpable por hacerla llorar. Le dolía tanto a él como a ella lo que acababa de decir.

Al cabo de unos minutos de silencio incómodo, mi madre trató de romperlo.

-Bueno... ¿Está bueno? La esclavas han hecho un gran trabajo con este manjar- preguntó. Nosotros la miramos y asentimos sin decir nada- me alegro- entonces el silencio incómodo volvió a el cuarto.

-Voy a buscarla- sentenció Ubbe, sin esperar respuesta de nadie salió por la puerta.

Ubbe
Busqué a Sigrid por todo Kattegat pero no la encontraba, así que fui al único sitio dónde sabía que podía estar; su casa. Cuando llegué la vi en la orilla de la playa, estaba mirando al mar sollozando sin parar.

-¿Sigrid?- pregunté acercándome.

-Vete- dijo débil. Su voz estaba rota.

No dije nada, me senté a su lado y la estreché en mis brazos -Entiendo a Ivar- murmuré- te quiere. Para él lo eres todo. Supongo que pensar que si vas con ellos puedes estar ahí y al segundo siguiente no... le preocupa. Está asustado de que si subes a ese barco, posiblemente tus palabras estén contadas por los dioses.

-Lo sé... pero no tenía que mencionar a Angrboda- escondió su cabeza en mi pecho.

-Era su última alternativa, pensó que si la mencionaba tal vez te lo pensarías mejor.

Sigrid FlokisdóttirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora