XVII

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Ragnar
Seguía en mi jaula, dentro de un carro. El rey Aelle lo rodeaba, mirándome deseoso de sangre.

-Has tardado bastante en en volver, Ragnar Lothbrok, pero al final estás aquí. Y doy dracias a Dios y a los ángeles por haber continuado con mi promesa y por estar vivo para presenciar este día. Y juro, antes de que mueras, expiarás tus pecados ante mis compatriotas- me dijo antes de dar la orden para que levataran la jaula y el carro pudiera irse.

Los soldados gritaron al verme colgado. Al llegar la noche los soldados no tenían nada más que hacer que meter sus lanzas por los agujeros de la jaula, realmente no me importaba si me herían. El rey sonreía victorioso.

-¡Quemad al puerco!- gritó desde dónde estaba sentado. Dos soldados acercaron unas antorchas a los pies de la jaula, me dio tiempo de apartarme. Podía oír la risa del rey..

Al amanecer me sacaron de la jaula. Poníendome una cuerda alrededor del cuello, me hicieron arrodillarme. Los soldados me rodeaban, apuntando sus lanzas hacia mi, en caso que quisiera escapar o herir al rey.

- Hoy es el día, Ragnar Lothbrok. Hoy es el día en el que las almas de todo cristiano inocente, hombre, mujer y niño que tu y tus paganos habéis aniquilado escaparán del purgatorio y cantarán aleluya. Soy la obra del señor. Dios me ha elegido, no cabe duda, como el instrumento de su sentencia- Se apartó de delante de mis narices.

Le miré intensamente, tratando de intimidarle, hasta que noté algo duro golpeándome en la nuca. Los soldados gritaron de nuevo, algunos sonreían.

Cuando caí al suelo, me empezaron a arrastrar. Me estaban ahogando con cada tirada. Los de más solados gritaban, insultaban y golpeaban. Trataba de cubrirme, bloqueando cada parte de mi cuerpo cómo podía, pero era inevitable notar el profundo dolor de los golpes. Podía escucharles gritar "A por él", "Pegadle" y otras cosas más.

Entonces el rey dio la orden de que me dejaran y que me levantaran.

Cuando me tenían de rodillas de nuevo el rey se agachó un poco para tener su cara a mi altura- Pide la absolución- me ordenó. Le miré cansado sin decir nada. Entonces el rey me propinó un golpe en toda la cara, haciendoque me desequilibrara para atrás. Trató todo tipo de torturas, incluso quemó un trozo de metal y me lo puso en el cuerpo, pero me mantuve callado.

En un determinado momento cogió un cuchillo y talló a cruz cristiana en mi frente , traté de hablar, pero las sogas alrededor estaban muy ajustadas como para permitirme hacerlo. Cuando me las quitaron de encima, órdenes del rey, quien estaba impresionado por mi aguate, pude vocalizar- cómo gritarán los lechoncitos cuando sepan cuánto sufrió el verraco- al no ser lo que esperaba me clavó el cuchillo. Un soldado le hizo el relevo y comenzó a golparme en el estómago.

Al día siguiente prepararon una ceremonia, gran parte del pueblo estaba allí para presenciar mi muerte.

Me volvieron a colgar dentro de mi jaula. Estaba sobre un pozo el cual llenaron de serpientes. Todo el mundo estaba callado, expectante.

-¡Me complace saber que Odín se prepara para un festín! ¡Pronto estaré bebiendo cerveza con cuernos curvos! ¡El héroe que va de camino al Valhalla no lamenta su muerte!- me incorporé- ¡No entraré en el salón de Odín con miedo! Allí esperaré a que mis hijos se reúnan conmigo y cuando lo hagan, me deleitaré con sus historias triunfales. ¡Los Aesir me recibirán! ¡Muero sin ningún arrepentimiento! ¡Y doy la bienvenida a las valquirias para que me lleven a casa!- Grité a todo pulmón.

-¡Líbrame, Señor, de mis enemigos!- Gritó el rey Aelle antes de dejarme caer al pozo.

Notaba cómo las serpientes me mordían y reptaban por mi cuerpo. Algunas de ellas me dejaban su veneno en la sangre mientras que otras me dejaban inmóvil al enroscarse a mi cuerpo. Veía las caras de la gente que miraba dentro de pozo. Había una cara que reconocía, Ecbert, había venido a presenciar mi muerte. En su rostro podía ver una sonrisa triste y orgullosa.

Sentía cómo la vida abandonaba mi cuerpo, mi viejo amigo siendo lo último que veía.

Sigrid FlokisdóttirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora