XIX

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Hvitserk
Ya había oscurecido cuando llegamos a un lugar llamado Algeciras, en España.
Podíamos oír música y mucho ruido de gente hablando, riendo, pasándoselo bien. Que pena que eso fuera a cambiar dentro de poco.

Entramos en la ciudad con sigilo, para que nadie huyera a la primera. Cuando nos topamos con toda la gente empezamos a matar cómo locos. Realmente estaba disfrutando de los gritos de miedo y de la sangre salpicándome a la cara.

Helga
Vi cómo Harald y su hermano mataban a una madre y a un padre delante de su hija. Antes de que pudieran hacer nada la niña salió corriendo, yo detrás de ella.

Siguió huyendo hasta llegar a una puerta alta que parecía de algún metal. La puerta se abrió, la niña entró, y se volvió a cerrar.

Me quedé mirando la puerta, pensando en cómo entrar.

Quería hacerme cargo de la niña, me recordaba demasiado a mi difunta hija, Angrboda.

La golpeé un par de veces pidiendo que me dejaran entrar una y otra vez, sin éxito.

Hvitserk
Habíamos recogido varios objetos valiosos. Este lugar no estaba mal. Encontré un collar, era bonito, hecho de plata con pequeños zafiros aquí y allá. Sin que nadie se diera cuenta me lo guardé en el bosillo, se lo regalaría a Sigrid.

Me acerqué a un puestecito de comida, el vendedor estaba muerto, tirado en el suelo. Cogí lo que parecía una verdura amarilla, pegue un mordisco. No había nada parecido a esto en Kattegat, era un sabor extraño.

Vi a Floki caminar junto a varios vikingos más, sin pensarlo fui detrás de ellos.

Llegamos a una puerta, Helga estaba delante de ella gritando que la dejaran entrar mientras golpeaba la gran superficie metálica.

Vi cómo Helga miraba a Floki. Entonces Bjorn se adelantó y abrió la puerta en un golpe seco.

Todos entramos dentro del edificio, alerta. Un hombre bastante grande se preparó delante nuestro. Tenía dos dagas en las manos y estaba dispuesto a proteger a su gente. Pero estaba él solo, podíamos terminar con su vida con facilidad.

Cuando el hombre ya estaba muerto seguimos adentrándonos en el lugar. Helga buscaba desesperadamente a alguien mientras que nosotros observábamos el lugar lleno de espejos.

Me di cuenta de que Floki no estaba, se había marchado a quién sabe dónde.

Seguimos caminando hasta llegar a una puerta. Bjorn la abrió. Cuando entramos nos llevamos una gran sorpresa. Dentro de la habitación habían varias mujeres vestidas en una diminuta ropa. Serían una buenas esclavas.

Oí a los demás vikingos gritar en emoción, posiblemente pensaban en todo lo que podían hacer con ellas.

Las atamos con cuerdas. Unos hombres se las llevaron a los barcos mientras que otros investigábamos un poco más el territorio.

Siguiendo los pasos de Floki, llegamos a un lugar en dónde todos rezaban mirando a una dirección concreta. Floki estaba al otro lado mirandolos con asombro.

-¡Floki! ¡Qué haces!- preguntó Harald. Floki, quién ahora miraba los dibujos de la pared se giró al rey. Harald se acercó al constructor de barcos. Tenía su arma en mano, lista para usar.

Floki no respondió, sin embargo, miró a la muchedumbre que rezaba. La gente se levantaba y se volvía a poner de rodillas continuamente. No les importaba qué o quién había alrededor suyo. Nada les hacía perderse en su oración.

Harald mató a uno de ellos, el que estaba apartado, delante de todos. No les alarmó a los demás, de hecho, se colocó otro en el lugar del hombre muerto y siguieron rezando.

-No mates a nadie más- dijo Floki en tono de advertencia. Harald le miró impresionado, pero lo disimuló. Miró alrededor, a sus hombres, antes de reír y decir- ya le habéis oído.

Decidimos no matar a nadie más y seguir con nuestro camino.

Me fijé en cómo Helga y Floki discutían. Helga le había cogido cariño a una niña huérfana y Floki trataba una y otra vez tratando de razonar con ella. Durante el viaje, antes de llegar a Algeciras, oí cómo Floki le dijo a Helga que no quería tener más hijos. Que se sentía afortunado de que por lo menos una de sus hijas estuviera viva. No necesitaban a nadie más para complacer los deseos de Helga de ser madre.

Decidí no meterme en medio, era una conversación privada entre Helga y Floki. Sabía que a Sigrid no le iba a gustar que su madre trataran de remplazar a su hermana, pero ella también lo sabía, de hecho era uno de los argumentos de Floki.

Nos volvimos a subir a los barcos, navegando sin rumbo. Queríamos ver un poco más antes de volver.

Dejamos de navegar y subimos unas montañas, en la cima pudimos ver el bonito mar mediterráneo.

-Es precioso- murmuró Harald a su hermano, Halfdan. El rubio asintió. La verdad es que sí que lo era.

Bjorn estaba a mi lado- me gustaría que Sigrid pudiera ver esto, le habría encantado, ver otros mares- le dije con una sonrisa.

-De verdad que estás enamorado ¿Eh? No hablas de otra cosa- dijo mi hermano mayor con una sonrisa- me alegro por ti, Sigrid y tu haríais muy buena pareja- dijo de nuevo.

Entonces tanto Bjorn cómo yo empezamos a escuchar y ver cuervos revolotear los dos nos giramos y vimos a un hombre vestido de negro con un ojo tapado.

Entonces lo supimos, nuestro padre, Ragnar Lothbrok, estaba muerto.

Sigrid FlokisdóttirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora