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Tiziano le aseguró más de dos veces a Alejo, que no había pasado nada entre ellos, no hubo besos ni mucho menos algo físico

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Tiziano le aseguró más de dos veces a Alejo, que no había pasado nada entre ellos, no hubo besos ni mucho menos algo físico. Que tenía que estar tranquilo y sin preocupaciones porque su prima estaba segura en esa casa y sobre todo, con él.

¿Estás seguro que Génesis está más segura contigo o todo lo contrario? ―surgió una vocecita en su cabeza preguntándole aquello.

―Mas te vale que no me mientas porque sabes muy bien cómo terminaría nuestra amistad, Tiziano ―le contestó con seriedad Alejo.

Génesis miró el rostro de su primo y cómo gesticulaba con sus manos y supo bien que algo serio estaba sucediendo entre ellos. Sin darse cuenta y por mirar e intentar leer los labios de ambos a través del ventanal, lo que estaba cortando sostenido dentro de la palma de su mano, se le escapó de las manos y el cuchillo fue a cortar la carne de la joven. El grito que había pegado fue escuchado por ambos y fue Tiziano quien entró primero para ver qué le había pasado.

―Qué idiota soy, me corté la mano ―comentó luego de decir una mala palabra.

―Vaya vaya, no sabía que de esa boca podía salir una palabra así ―le contestó Tiziano entre sorprendido y gracioso mientras la miraba a ella y miraba con preocupación la mano cortada.

―¿Acaso tú no dices malas palabras? ―le preguntó metiendo la mano bajo el agua―, me lo olvidaba, el señor perfecto no dice esas cosas, él es todo correcto ―le dijo con sarcasmo.

―¿Fue profundo el corte? ―le inquirió su primo mirándole la mano.

―Creo que no pero duele demasiado ―le respondió mirando el corte.

―¿Qué estabas haciendo? ―volvió a interrogarla su primo.

―Estaba cortando un aguacate y al chocar contra el carozo, debió ser que ejercí más presión que de costumbre y se me escapó de las manos.

―¿Por qué no vamos al hospital? Puede que necesites un par de puntos ―sugirió Tiziano.

―No hace falta, se cicatrizará sola, me pondré unas vendas y listo.

―¿Tienes vendas? ―le preguntó Alejo a Tiziano.

Éste negó con la cabeza.

―Yo sí traje por las dudas ―contestó Génesis―. Hay una caja dentro del vanitory, está junto con algunos jabones e hisopos. Mi cuarto es el del fondo frente a ti ―le gritó cuando se alejó de ellos.

Alejo subió las escaleras y entró al cuarto, mientras abajo, ninguno de los dos se hablaba. La incomodidad era latente y peor cuando era seguido del más absoluto silencio. Hasta que Génesis rompió el hielo y le habló.

―Fíjate cómo está Stefano ―le contestó para que no le prestara tanta atención a ella.

Mientras él veía a su hijo, ella aprovechó en darse vuelta y tomar el frasco con el atomizador para echárselo en la herida.

De Margaritas y Un Amor italiano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora