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Tiziano subió asustado porque quizá se había caído pero cuando la vio con los brazos cruzados y golpeteando un pie contra el piso constantemente, suspiró de alivio

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Tiziano subió asustado porque quizá se había caído pero cuando la vio con los brazos cruzados y golpeteando un pie contra el piso constantemente, suspiró de alivio.

―¿Qué necesitas? Creí que te habías caído ―contestó normalizando la respiración y doblando la mitad de su cuerpo para apoyar las manos sobre las rodillas.

―¡¿Qué son esas bolsas?! ―le gritó enojada.

―Lo que tú no fuiste a elegir.

―¿Los regalos? ―le preguntó frunciendo el ceño.

―Sí, tus regalos de cumpleaños.

―Habíamos quedado en que la cena y el detalle de defenderme del tipo ese, eran mis regalos ―respondió seca.

―Una cena se puede tener cualquier día y el defenderte de un tipo también. Cuando se cumple años, se supone que alguien te regala un presente para agasajarte ―le habló con certeza y tratando de convencerla.

Aunque por un momento ella quedó callada con su respuesta, le habló al instante.

―Me siento incómoda con los regalos.

―Tu primo te regaló algo de marca también.

―Es mi primo. Tú no eres nada allegado a mí. Si vamos al caso, eres mi jefe ―emitió con acierto.

―Trae las bolsas abajo, hablaremos en la cocina, dejé a Stefano en el piso ―le contestó y Génesis tomó las dos bolsas que vio sobre la cama y él volvió a hablarle―, te falta la otra que está sobre el sillón de la esquina.

Tragó saliva y caminó hacia la bolsa para tomarla y luego bajar con él las escaleras.

―Pobre de mi bomboncito que lo dejaste en el piso ―respondió ella ofendida al ver al bebé allí.

―Estaba más seguro en el piso que sobre la mesada.

―Sí, eso es verdad. Volviendo al tema, ¿cuándo fuiste? ―inquirió queriendo saber.

―Hoy, cuando tú fuiste al centro de fotografías. Llevé a Stefano conmigo, él te eligió las cosas por mí ―le respondió con una sonrisita, para ver si así podía aflojarle un poco la tensión que sabía que tenía encima.

―No es cuestión que me digas eso para que no me enoje contigo, es saber que me compras cosas así de caras sabiendo que solo soy la niñera, Tiziano, ¿entiendes? Solo soy la niñera de tu hijo. Comprándome cosas caras, dejando de lado que hayan sido por mi cumpleaños, me siento como una...

―Ni siquiera te atrevas a decirlo ―le respondió con seriedad y ella quedó asombrada ante la manera en cómo se lo dijo―, ¿tanto te cuesta aceptar los regalos que te quise hacer? Somos adultos y no tendríamos ni siquiera que tener ésta clase de conversación. Aceptas los regalos y punto. A ti no te tiene que interesar lo que gasté, fueron regalos, los mismos se aceptan sin especular los precios.

De Margaritas y Un Amor italiano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora