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Ellos a partir del momento en que el primo de Génesis se fue, quedaron solos junto con el niño, por esos días nadie visitó a Tiziano y mientras él trabajaba en su oficina de la empresa, ella se quedaba con Stefano en la casa y haciendo compras por...

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Ellos a partir del momento en que el primo de Génesis se fue, quedaron solos junto con el niño, por esos días nadie visitó a Tiziano y mientras él trabajaba en su oficina de la empresa, ella se quedaba con Stefano en la casa y haciendo compras por el barrio. Génesis se estaba adaptando muy bien a aquella vida.

A medida que pasaban los días, la herida de la muchacha no cerraba como era de esperarse, cada vez que hacía un esfuerzo con la mano, se abría y le volvía a sangrar y no podía quedarse descansando cuando debía cuidar al pequeño. Un día quedaron en la casa, el bebé y ella, no tenía intenciones de salir y tampoco lo quería por sentirse mal.

Tiziano llegó como casi siempre alrededor de las seis de la tarde y se asustó cuando la vio acostada en el sillón de la sala de estar y al lado el bebé llorando. Su mano estaba colgando del sofá y la venda estaba ensangrentada.

―Génesis ―la llamó mirándole el rostro.

Le tocó la frente y parecía que tenía unas leves líneas de temperatura. Ella despertó cuando dentro del sueño escuchó su voz.

―¿Tiziano?

―Sí, ¿estás bien? Creo que tienes un poco de fiebre y esa herida está terrible.

―Me siento un poco mal y me duele mucho la mano.

―Vamos a que te revisen. ¿Puedes levantarte sola?

―Eso creo.

Génesis se levantó despacio pero pudo levantarse sola.

―¿Tienes la cartera y un abrigo aquí abajo?

―No, todo está arriba. Si me acompañas hasta las escaleras, iré por las cosas.

―No, tú te quedas aquí. Dime dónde las tienes e iré yo.

Ella se lo quedó mirando con suma atención pero no protestó, solo asintió con la cabeza y le indicó donde tenía una de las carteras y el abrigo que siempre usaba.

Llevaron consigo a Stefano para dejarlo en lo de su hermana e ir enseguida al hospital. Preguntó con preocupación lo que estaba pasando pero Tiziano solo le dijo que Génesis se había cortado y debían verle la herida, más no le había dicho.

Dos horas después, estaba volviendo con una sutura en la mano y medicamentos. La fiebre solo era por la infección y el sangrado que tenía, pronto se le iría.

Cuando estaban los tres dentro del auto, volvieron a la casa y por órden de Tiziano, ella tuvo que pasar el resto de la noche sentada y sin hacer nada. Por lo menos, tuvo que descansar cinco días, para que la herida volviera a cerrarse bien gracias a los puntos que le habían dado.

Génesis se sentía mucho mejor y animada y por eso aquella mañana, cuando bajó a la cocina, intentó preparar el desayuno sin apuros, mientras él aún seguía durmiendo. Preparó la mesada con unos manteles individuales y de a poco fue poniendo las cosas sobre la misma, porque sabía que Tiziano bajaría pronto.

De Margaritas y Un Amor italiano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora