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Dos días después de aquel domingo, Génesis comenzó a sentirse muy mal e intuía que estaba incubando una gripe

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Dos días después de aquel domingo, Génesis comenzó a sentirse muy mal e intuía que estaba incubando una gripe. Antes que fuera peor, compró los antibióticos parecidos a los que solía tomar en Buenos Aires pero el día siguiente cayó en cama y no tenía fuerzas para levantarse de la misma. Tiziano se preocupó cuando no la vio en la cocina y golpeó la puerta del cuarto, ella le dijo que pasara.

El hombre la miró preocupado y se acercó a la joven para sentarse en el borde de la cama y acariciar su frente, hervía en temperatura.

―Llamaré al médico para que te revise.

―No lo hagas, es solo una gripe, ayer compré medicamentos, supongo que se me pasará pronto. Lo único que quiero es que te lleves a Stefano a tu cuarto.

―¿No me dejarás que te cuide? ―le preguntó mirándola con atención a los ojos.

―No es la primera vez que tengo una gripe, me las apañaba sola ―le respondió intentando no darle mucha importancia a lo que él le había dicho.

―Bueno, pero ahora estás conviviendo con alguien, por lo menos si necesitas algo puedes avisarme. No me iré de aquí ―le expresó sincero.

―De acuerdo y gracias.

Con ayuda de Tiziano, la joven comenzó a tomar el medicamento y aunque ella no quiso, llamó al médico de la familia para que la revisara también. Aparte de las pastillas que la muchacha se había comprado, le agregó otra más que fue Brunella la encargada de traerlas a pedido de su hermano para no dejarla sola.

Génesis se sorprendió cuando supo lo que había hecho él por ella. Por las noches, él se quedaba con la muchacha por si quería algo mientras que cuando dormía le ponía paños de agua fría y vinagre para que la fiebre le bajara, ya que solía volverle de vez en cuando.

―¿Dónde dejaste a Stefano? Te veo casi siempre aquí conmigo ―le dijo intentando abrir los ojos con normalidad―, Tiziano, ¿dónde está el niño?

―Está con Brunella y su familia ―le contestó mientras volvía a colocarle el paño mojado en la frente.

―No era necesario que me cuidaras, habiendo dejado a Stefano con Brunella, descompaginaste todo, se suponía que no tenía que caer en cama ―comentó lamentándose.

―Si no habrías salido con Gianpiere casi desnuda aquella noche y volver a la madrugada, sudada y con el rocío de la noche que caía, no te habrías enfermado.

Génesis apretó los labios y frunció el ceño estando enojada, pero soltó la lengua igual.

―El domingo salí contigo y volvimos a la noche, ahí pude pescarme la gripe también, sabiondo ―le emitió dándole palmaditas en la mejilla.

―No quieras decirme que pudiste agarrarte la gripe cuando volvimos de los viñedos porque no lo hicimos por la madrugada, el sábado cuando saliste llegaste muy tarde y pasada de alcohol, un combo como con el que llegaste, fácilmente es propenso el cuerpo para engriparse.

De Margaritas y Un Amor italiano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora