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Génesis desayunó dentro de la suite y luego bajó al spa para tomar unos masajes de relajación y luego una limpieza de cutis

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Génesis desayunó dentro de la suite y luego bajó al spa para tomar unos masajes de relajación y luego una limpieza de cutis.

Cuando fue el turno del masaje, la chica que la iba a atender había estado en complicidad con Tiziano para avisarle sobre la joven cuando bajara para tener una sesión de masajes. La muchacha se encontraba boca abajo y semidesnuda, lo único que tenía cubierto con una toalla era el trasero, las luces se atenuaron, pusieron una música de relajación y el ambiente se impregnó de un aroma dulce que hizo que Génesis se relajara aún más. Suspiró de placer cuando sintió las manos sobre sus hombros que bajaban por su espalda hacia la cintura en un masaje lento y delicioso.

Solo quince minutos le llevó a Génesis darse cuenta que aquellas manos las había sentido también sobre su nuca y hombros cuando Tiziano tuvo la oportunidad de relajarla mediante unos masajes en el departamento que ella tenía en Buenos Aires.

Aunque sabía que era él quien le estaba dando los masajes, no supo qué hacer realmente, si dejar que continuara o bien, frenarlo, darse vuelta y pegarle un tortazo, de hacer lo último, no tenía nada con qué cubrirse y pasaría la peor vergüenza de su vida.

¿Qué estaba haciendo ahí? ―se preguntó con demasiado ahínco.

Se suponía que estaba en su casa junto con Stefano, pero intuyó que se lo había dejado a su hermana o a sus padres y en aquel momento tragó saliva con dificultad y su mente quedó en blanco cuando sintió las manos del hombre poner su cabello hacia un costado y masajear la nuca y las sienes con mucha delicadeza.

No podía creer lo que estaba pasando, tampoco podía creer que él estuviera allí y ella semidesnuda y sin embargo, el italiano no intentó en ningún momento propasarse. Solo se dedicaba a hacerle masajes y con eso confirmó cuán gran hombre era Tiziano Améndola y peor se sintió, sin querer su ceño se frunció y aparecieron las primeras lágrimas.

El masaje había durado mucho más del estipulado y cuando quiso acordarse no había nadie más excepto ella dentro del cuarto. Lo que vino después, la limpieza de cutis, no le interesó casi nada a comparación de lo que había sentido cuando Tiziano le dio aquellos masajes. En parte la habían relajado mucho y por otro lado la dejaron nerviosa por demás, con los sentidos a flor de piel.

Cuando retornó a la suite, apenas cerró la puerta, se apoyó contra la misma y lloró con desconsuelo. Se sentía cansada por todo y no sabía cuánto más tiempo iba a aguantar aquello. Quería quitarse de encima el peso que tenía y confesarle a Tiziano cuanto lo quería, pero diciéndole aquello, iba a tomarla por la chica más tonta del planeta. Aunque había complicidad entre ellos y se decían indirectas, él jamás se había atrevido a decir sus sentimientos hacia ella, pudieron haber compartido besos, pero nada más. No había palabras de por medio, no había momentos románticos a solas, lo único que había era una buena relación de complicidad y un par de besos dados. Nada más y con eso Génesis se sintió devastada.

De Margaritas y Un Amor italiano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora