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Génesis fue la última en bajar y lista para irse con los demás

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Génesis fue la última en bajar y lista para irse con los demás. Pronto salieron de la casa y entraron al auto. Alejo como acompañante y la joven atrás con Stefano.

Habían llegado a un bonito restaurante y pidieron una mesa afuera porque la noche estaba cálida y no había viento.

Mientras esperaban sus órdenes ya que habían sido atendidos rápidamente, Génesis le daba el biberón a Stefano y ambos hombres charlaban de sus cosas del trabajo. Cuando Tiziano se retiró para ir al toilette, Alejo le preguntó a su prima cómo se encontraba.

―Estoy bien, trato de no pensar en eso y estando sorprendida también porque nunca imaginé pasar mi cumpleaños en Italia ―le contestó con una sonrisa y algo de melancolía.

―Lo entiendo, todo fue un gran cambio. Un giro completo.

―Sí y aunque me cuesta, por las costumbres, idioma y trabajo de tiempo completo, me estoy adaptando bastante bien. No esperaba que fuera tan rápido la adaptación.

―Tienes una gran capacidad para salir adelante y eso es admirable.

―¿Te parece que es algo admirable sabiendo lo que pasó antes?

―Sí, porque no caíste en un fondo y te quedaste ahí, de a poco fuiste avanzando hasta salir.

―En parte fue por tu ayuda y la de tus padres.

―Puede que sí, pero todo te lo debes a ti y mereces lo que te está pasando.

―Te lo agradezco de verdad ―le contestó con una sonrisa.

Tiziano volvió a la mesa y se sentó.

―¿Hiciste pipi como un nene grande? ―le preguntó con burla.

―Y me lavé las manos también ―le respondió.

―¿Y por qué tardaste tanto? ―le preguntó Alejo.

―Saliendo del baño me encontré con una expareja ―le contestó.

―No hablas con las exparejas ―le comentó su amigo―, por algo terminaron, es el pasado.

―¿Qué querías que hiciera? Apenas me vio se fue hacia mí, no tenía manera de esquivarla ―le dijo y miró de reojo y con una ceja levantada a Génesis que lo miraba con atención.

Cuando la miró, sintió que la perforaba con la mirada y ella tragó saliva con dificultad.

―¿Te molesta? ―le inquirió dejándola estupefacta.

―¿Qué cosa? ―le preguntó levantando sus cejas.

―Que me encontré con una ex.

―¿Y por qué tendría que molestarme? ―le preguntó frunciendo el ceño―. ¿Quién soy yo para que algo personal tuyo me moleste?

De Margaritas y Un Amor italiano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora