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Costa Smeralda, Liscia Di Vacca

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Costa Smeralda, Liscia Di Vacca

Cinco horas después, el avión estaba sobrevolando la costa para que Génesis viera el gran colorido de casitas, villas, vegetaciones y una gama de colores maravillosos que poseía el océano. Quedó encantada con todo lo que veía y Tiziano miró el rostro de la muchacha con fascinación. Génesis sintió que la estaba mirando con atención y desvió la mirada hacia él. Se ruborizó por completo al percatarse de que estaba en lo cierto.

―Bello, ¿verdad? ―le dijo con firmeza.

―Demasiado, nunca vi nada igual ―le confesó con admiración ante el escenario que estaba observando por el ojo de buey.

―Prepárate para ver la casa dentro de unos momentos ―fue lo único que él le dijo y ella quedó en silencio.

Génesis tenía muchas ganas de conocer la casa de Tiziano pero también sentía que no encajaba mucho con su estilo de vida, aunque él fuera el hombre más sencillo del planeta entero y siempre se lo había demostrado. A pesar de rodearse de lujos y alguna que otra extravagancia, Tiziano era un hombre simple y de buen corazón, dejando de lado lo que a veces ambos se decían, no podía negar lo lindo que era con ella siempre.

Cuando el avión aterrizó dentro del hangar, el italiano bajó las maletas de a una a la vez y ella se puso la mochila, agarró el bolso personal y tomó a Stefano que estaba en la sillita para después bajar. Le dio las gracias a ambos y Tiziano estrechó las manos con el capitán de abordo y la azafata.

La joven ni siquiera le preguntó a Tiziano como era que había un auto esperando por ellos, porque era más que factible que era de él y que estaba guardado allí desde quien sabría por cuánto tiempo. Pocos minutos después, Tiziano emprendió el camino hacia la casa de verano, la cual no quedaba tan lejos de allí.

―¿Tu familia llega temprano mañana? ―preguntó con curiosidad.

―Me dijeron que habían pensado llegar por el mediodía ―le respondió.

―¿No quisieras prepararles un lindo almuerzo? ―le sugirió―, no es obligación pero tampoco estaría mal.

―Me gusta la idea. Hoy podemos ir a comprar algunas provisiones.

―Está bien ―contestó con una sonrisa.

No pasó ni siquiera media hora para que Génesis observara con emoción lo que tenía frente a sus ojos. Cielo, mar y vegetación se entremezclaban formando una maravilla natural para las retinas de quien mirara con encanto todo lo que la naturaleza tenía para ofrecerle. Y a partir de allí, comenzaba la casa veraniega de Tiziano. Y ella ya no sabía si lo que estaba viendo era verdad o producto de su imaginación.

―Bienvenida a Villa Sa Sposa.

―¿Es una villa de verano? ―le preguntó asombrada.

―Sí, situada en Costa Smeralda pero pertenece a Liscia Di Vacca.

De Margaritas y Un Amor italiano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora