PIROPOS. ─JIHAN!

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Ordenó todas sus hojas dispuesto a entrar en aquel salón, hace mucho que no iba. No era porque no le agradara estar allí simplemente habían surgido cosas imprevistas que provocaban escasez de tiempo entre otros.

Entró con una leve sonrisa viendo a su amigo de lacios y castaños cabellos concentrado en lo que sea que esté viendo en su laptop.

—Hey, copitas —Saludó dejando los papeles en la mesa. El otro se volteó a verlo con una expresión frustrada.

—Cree que esta es la décimo quinta vez que trato de terminar este capítulo de One piece y siempre me interrumpen antes de pasar al otro —Bufó el mayor con una leve sonrisa, haciendo que el americano corresponda —¿Qué te trae por aquí? Nunca te pasas a verme a menos que necesites algo.

En efecto; Choi Seungcheol siempre podría ayudarlo al ser una autoridad estudiantil, debido a que era el presidente del consejo de estudiantes cada vez que se metía en problemas le ayudaba.

—Necesito que revises unos documentos, ya sabes, lo usual —Se puso nervioso desviando la mirada —E-Es para el concurso de fin de año, ya sabes, el club de canto y eso.

—Estaré gustoso de revisarlos, siempre has sido talentoso —Sonrió poniendo una mano en el hombro de su compañero para darle apoyo, luego tomó el pequeño teléfono que estaba en su escritorio —¿Yoongi? ¿Bueno? Necesito que llames a Jihoon, tenemos trabajo que hacer.

—No soy tu puta secretaria, imbécil. ¿Por qué no vas y lo llamas tú mismo? Estúpido —Se quejó el otro chico desde la línea.

—Primero, sí eres el secretario del consejo, segundo se supone que somos amigos. Y tercero ¿qué tanto haces como para no poder tomar el maldito teléfono y llamarlo?

—J-Jimin, para... —Susurró el otro para luego carraspear —Entiende, estoy ocupado, S. Coups. Además, no sé en donde carajos está Jihoon.

—¿Otra vez el profesor de Lenguaje, Yoongi? De seguro te corrige bien cuando... —Luego de una mentada de madre, se calló —En fin, ¿cómo no vas a saber donde está si son hermanos?

—¡Qué no somos familia, estúpido! En un momento estará allá para lo que sea que quieras hacer. Ahora deja de romper las pelotas un momento ¿Sí? —Y colgó.

—Ya nacen así, con el corazón ortiva —Dijo el mayor fingiendo pena —En unos momentos te devuelvo tu canción, perdona que hayas escuchado eso... ese chico es imposible.

—Ya... —Susurró entre risas —Nos vemos luego, S. Coups.

Y se fue de allí.