Problema mayor

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En la mañana del día siguiente, luego de asearse lo necesario, Peter y Tony salieron a desayunar al comedor principal del Complejo. Éste último quejándose de la exageradamente temprana hora en la que fueron, después de todo, no estaba acostumbrado a levantarse a las 06:00 a.m.

El arácnido escogió esa hora al saber que ningún vengador sería capaz de estar despierto y desayunando en ese momento, por lo tanto, el riesgo de cruzarse con sus compañeros era mínimo, por no decir inexistente.

Trató de llamar a Cho, pero Karen le había informado que ésta partió a su país a las 04:00 a.m. Según lo explicado por la IA, surgió un problema urgente y requerían su presencia inmediata. Tampoco se hizo muchos problemas, pues estaba seguro de que nada saldría mal.

Aunque todavía no sabía si eso lo ponía triste o contento, pues de verdad extrañaba al Señor Stark, pero sabía que también extrañaría al niño cuando se fuera. Sea como sea, ya no podía arrepentirse. Tony ya había ingerido la cura y pronto volvería a ser normal.

En ese momento, ambos se encontraban desayunando con tranquilidad. Peter hablaba de cualquier tontada que se le ocurriera y Tony reía de sus ocurrencias. Aunque ésta vez, el castaño notó al otro algo apagado y sin fuerzas, como si tuviera fiebre. Quiso atribuirlo a lo temprano que era, pero descartó esa opción al recordar que después de la ducha, el azabache se mantenía despierto durante todo el día.

Su preocupación aumentó cuando, a mitad de la comida, Tony alejó el plato algo asqueado y lo miró con ojitos brillosos.

—Peter, no me siento muy bien... —Susurró sin fuerzas, sintiendo un sudor frío recorrer su cuerpo, contrastando con el calor en su rostro.

El arácnido se levantó exaltado, dirigiéndose con rapidez al lado de su pequeño. Se agachó frente a la silla y colocó una mano en la frente contraria.

—Estás ardiendo en fiebre —Comentó para sí con preocupación. Acto seguido, tomó al menor en brazos y se lo llevó del lugar rumbo a su habitación.

Pero no contaba con que el Capitán Rogers se despertara también a esa hora para hacer sus ejercicios matutinos.

Cuando Peter divisó al hombre a lo lejos en el pasillo y ambos conectaron sus miradas, no dudó en darse la vuelta y cambiar su destino a la habitación de Wanda; definitivamente el Capitán no podía ver a Tony.

El rubio se extrañó por la actitud del adolescente, pues sabía que no era muy del agrado de éste pero jamás había huido de él de esa forma. Aunque lo que más llamó su atención, fue el niño en brazos de Peter. Según sabía, él no tenía familia más que su tía.

Bueno, después le haría una visita y hablaría con él, de paso le vendría bien arreglar las cosas con el chico.

Al llegar a la habitación de la bruja, Peter tocó con insistencia la puerta, mientras con su otra mano sostenía al pequeño casi desmayado y respirando agitadamente.

—¡Wanda, abre la puerta! —Susurraba desesperado, sin dejar de golpear frenéticamente —¡Carajo, Wanda! ¡Abre ya!

—¡Ya voy, maldición! —Se escuchó el grito femenino en el interior. Segundos después, la puerta se abrió, revelando tras ésta a la mujer con una toalla en el cuerpo y otra en el cabello. Cuando Maximoff vio al joven, frunció aún más el ceño —¡A ti quería vert...! —No había terminado de quejarse cuando el castaño entró a la habitación con rapidez.

—Algo le pasa a Tony —Dejó al mencionado sobre la cama perfectamente tendida, para después girarse y mirar a su amiga angustiado —Ayúdame —Suplicó en voz baja.

La mujer suavizó su expresión al notar la preocupación en su amigo. Se acercó a la cama donde el pequeño se encontraba y colocó ambas manos encima del cuerpo de éste. De ellas comenzó a salir su típico humo color rojo, mientras sus ojos adquirían el mismo color.

Maldito niño [Starker]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora