Poemario descarnado, a veces, frágil y tierno, que contempla un aspecto particular sobre estos dos conceptos, pero, profundizando a ratos en aquello que se oculta o se mantiene en las tinieblas, o como simples tabúes sociales, que invitan a uno y/o...
y destrabó a la canción, para hacerla igualitaria y universal.
Ellas, hicieron suyas el canto
y lo elevaron a su propia majestuosidad.
¿Quién mejor, sino ellas, para humanizar a la canción?
El componente dual indispensable,
que alberga y cobija esperanzas en su conciencia fecunda,
donde engendra su anhelada libertad;
nace, se atreve y se desencadena ante el mundo opresor.
Y alza la voz en armonía con su semejante,
para colectivizarla en un solo clamor
que se nutra de toda demanda inmemorial.
El canto en labios de mujer,
suena como el más exquisito aliento
que embriaga a quien le oye y le comprende;
sabe a beso remojado, aun cuando en su dolor,
cante seco y amargado...
¡La dulzura y la fortaleza innata, no se la quitan ni los siglos de violencia en su contra!
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*(Mi reconocimiento a esas monumentales voces de la música, y a un sinfín de voces femeninas, las que han sabido sortear la contrariedad que la historia les ha interpuesto en su avance hacia la igualdad de respeto y dignidad, en la vida, en el arte y en toda disciplina en general)
