EN LA HORA MÁS OSCURA

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Le acompaño en la hora más oscura,

cuando el último suspiro se aproxima;

en una habitación colmada de hondas emociones,

cual sacude a cualquier alma profunda.

Y la esperanza que nunca muere,

se simboliza en este apretón de manos

que aguanta y soporta el martirio que viene,

oponiéndose, inconscientemente, a soltarlas.

Porque todo lo que amamos, yace allí,

en esa intensa energía con forma humana,

que se consume.

Y me niego a aceptarlo.

Recorro su figura, para grabar este instante improrrogable

que avanza sin piedad alguna, hacia su final.

Me resquebrajo por dentro

y me hundo en la penuria que mana de entre estas fisuras,

que tanto tardarán en regenerarse.

Y no existe palabra de aliento,

abrazo o gesto que mitigue aquel pesar,

y nos hacemos presa del dolor.

Y me niego a asumirlo.

Porque una parte de mí, se muere y se va con ella;

y es que el apego y la dependencia nos hace tan humanos,

que nos cuesta dejar ir a quiénes ya deben partir,

aún, palpando su sufrimiento al retenerles.

Y aquel ser, que en su última mirada se desprende de la vida,

nos suplica que le desliguemos, y le dejemos marcharse.

Y bajo este clima torrencial que me estremece,

un relámpago de tristeza parte mi corazón,

y caigo abatido por la ausencia instantánea

de aquel cuerpo rendido, que detiene su palpitar.

Y me niego a superarlo, en este estado de incoherencia;

porque me niego a pensar que "el tiempo todo lo cura",

y que, en verdad, no somos estos trozos de carne y huesos;

porque en este instante, me cuesta admitir, que somos energía y no materia.



*(Una dedicación especial a tantos seres queridos, que cercanamente vivieron en mi corazón y que ahora, han dejado honda huella en él)

DE AMOR Y DE MUERTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora