🖤INTENCIDAD🖤

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Maratón 1/5

― Hey ¿Qué pasó acá? ― preguntó Alejandro.

― ¿Qué le paso a Matteo? ― quiso saber Manuel.

Meli que, si entendía bien lo que estaba pasando, regañó a los chicos para que comenzaran su trabajo y todos así lo hicieron, ya hablaría con Nina después.

Ya habían pasado dos días desde que Matteo y Nina tuvieron ese encuentro tan cercano, Matteo no pudo sacársela de la cabeza, esa mujer se le estaba metiendo por la piel, todo lo que hacía lo hacía pensando en ella.

En la universidad las cosas habían mejorado un poco, ya no estaba tan estresado y su humor había mejorado, se sentía más tranquilo de alguna manera sabía que todo eso se lo debía a ella, no había querido volver a la panadería desde ese día que salió de allí llevándose a todos por delante, no quería sentirse así, él siempre decía que enamorarse era una debilidad y el no quería sentirse débil, no le gustaba esa sensaciones depender de alguien, claro que había tenido pareja, pero era solo cuestión de una noche y nada más, no quería compromisos ni creía en cursilerías y ridiculeces de esas que hacen los enamorados, eso no era para él.

Nina pasó esos días esperando ansiosamente volver a verlo, quería estar cerca de él, se sentía desesperada por saber de él, constantemente le preguntaba a los chicos si sabían algo y solo obtenía respuestas negativas, nadie sabía de Matteo, ella sabía muy bien lo que le estaba pasando, pues en el pasado tuvo un novio, que aunque le rompió el corazón también le enseñó lo que era amar a alguien profundamente, sabía que ya no lo podía evitar, Matteo logró cautivar cada partícula de su ser, no había dudas, le gustaba, aunque también sentía miedo, la mirada de él en ocasiones era tan oscura, como si tuviera secretos guardados muy dentro, secretos que ella moría por descubrir, ¿Dónde estará? se preguntaba constantemente, sin embargo, no podía hacer nada, solo esperar.

― Buenos días ― saludó un señor de baja estatura, como de 45 años, blanco y de ojos azules.

― Buenos días señor ¿En qué podemos servirle? ― Nina muy amablemente como siempre.

― Busco a la persona que prepara estos dulces tan deliciosos ― dijo el señor señalando las tartas de fresa que estaban a la venta desde el día anterior.

― Soy yo ¿Dígame qué necesita?

― Me gustaría hablar con usted un momento, si no es molestia.

― Claro, tome asiento. En un momento estoy con usted.

El señor fue a donde Nina le dijo y ella corrió a donde estaba Meli.

― Meli, un señor quiere hablar conmigo de los dulces ¿Qué le voy a decir? ― le informó un tanto nerviosa y emocionada.

― Anda tranquila, yo estaré aquí y cualquier cosa me avisas, estaré pendiente.

Eso era lo que la castaña quería escuchar, rápidamente se fue a sentar en la mesa donde aquel señor la estaba esperando.

― Mucho gusto, soy Alberto García ― se presentó extendiendo la mano muy amablemente.

― Soy Nina Simonetti, el gusto es mío ― le respondió con mucha seguridad estrechando su mano, tomaron asiento quedando Nina de espaldas a la entrada del pequeño local.

― Iré al grano, queremos que trabajes con nosotros, en el mejor hotel de la zona, nuestro repostero se tuvo que ir y tu tarta de fresa ha sido lo mejor que he comido en años, ganarás mucho mejor que aquí, un talento como el tuyo no debe estar encerrado en este pequeño negocio. ¿Qué dices?

Nina no podía disimular su rostro de felicidad, le agradaba saber que a alguien le habían gustado sus dulces, sin embargo, sabía que no podía dejar a Meli, la panadería, los chicos... y a Matteo.

― Deberías aceptar ― dijo alguien a sus espaldas, sabía que era él. De pronto se sintió muy nerviosa y se puso de pie para así quedar frente a ese hombre de sus sueños.

― ¡No! ― respondió muy segura ― no me voy a ir de aquí, Matteo.

― Pues deberías, muy pronto cerraremos esta panadería y no puedes quedarte sin trabajo.

― No me quedaré sin trabajo ― recordó que el señor Alberto aún seguía allí y le dijo ― prepararé los dulces para ustedes, pero aquí, ustedes me enviarán el pedido y luego regresarán por él, solo así aceptare su oferta.

― Bien, déjeme conversarlo con el jefe y luego le estaré avisando señorita Nina, fue un placer, permiso ― dijo esto retirándose del lugar.

Matteo enfurecido caminó a la oficina y ella fue tras él, entró y sintió la puerta cerrarse y al voltear se dio cuenta que ella estaba allí, lo miraba de una manera única, de esa forma en la que se mira algo que estás seguro que te pertenece, con cierta autoridad que lo desesperaba aún más, se estaba convirtiendo en todo lo que dijo que nunca sería.

― Déjame solo ― dijo con esa voz firme y ronca que ella ya extrañaba.

― No, no creo que pueda hacer eso.

― ¿Qué quieres de mí, Nina?

Al escuchar su nombre en esa voz tan masculina sintió algo quebrarse dentro de ella, recordó la manera en que su padre la llamaba, con tanta autoridad. Se perdió por un leve momento en sus recuerdos y dejó escapar una lágrima de sus ojos, lo extrañaba tanto, de pronto sintió una mano limpiar su mejilla y volvió a la realidad, él estaba allí, la miraba preocupado.

― No llores, por favor, discúlpame.

― No es nada, son solo recuerdos.

―No me gusta esto que me está pasando, Nina ― dijo casi en un susurro pues estaba ya muy cerca de ella.

― Ya no podemos hacer nada, Matteo.

EL DESTINO 💚MATTINA💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora