💖SIN VUELTA ATRÁS💖

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Despertaron al escuchar el molesto sonido de la alarma del teléfono
de Nina, sin decir una sola palabra se prepararon, desayunaron y salieron a la panadería, al llegar ella tomó la pizarra y escribió en ella una nueva cita "En la vida lo que parece un final, es realmente un nuevo comienzo" y sin decir más pasó a la cocina a comenzar con la primera fase del plan.

Simón llegó temprano como siempre, Nina lo notó distraído, ausente.

La mañana pasó sin mayor contratiempo, estaban en su hora de
descanso y ninguno de los dos había hablado de nada que no fuera solo del trabajo, sin embargo ella sentía esa necesidad de hablarle, de preguntarle que le pasaba, quería que él le contara todo, quería seguir confiando en él.

― Y… ¿cómo está todo, Simón? ― preguntó, estaba decidida a sacarle información a su amigo.

― Pues bien ─ respondió sin más.

─ ¿Seguro? ─ insistió

─…Si, creo ─ dudó ─ ¿Por qué lo preguntas?

― Por nada, es solo que has estado extraño toda la mañana, callado,
distraído...

No recibió respuesta alguna, pensó que su amigo le diría algo, quería que lo hiciera, necesitaba seguir confiando el él, sin embargo no le insistiría, si él había tomado su decisión entonces sin duda tendría que tomar la de ella. Decidió levantarse de allí, pues estaban
compartiendo una merienda que ninguno de los dos había podido
probar.

― ¿Nunca has hecho algo que sabes que no debes hacer? ─ pegunto
Simón, llamando la atención de su amiga.

― Si, muchas veces, pero ¿Te digo un secreto? ─ guardó silencio un instante esperando la repuesta que llegó con un gesto que ella interpretó como un sí ─ dicen que si se lo cuentas a una amiga la carga es mas liviana.

― Lo sé... ― aceptó Simón ― Es solo que no sé si pueda contarte todavía.

― ¿Por qué no? Somos hermanos, tú confías en mí y yo confió en ti, tanto que te confiaría mi vida con los ojos cerrados.

― Eso es lo que más me asusta ─ confesó tomándola de las manos ─
no quiero que pienses que soy malo.

― No pensaría eso de ti y lo sabes, cuéntame qué pasa, prometo ayudarte, confía en mí.

― No puedo, no ahora ─ soltó sus manos mostrándose algo nervioso
─ debo irme, solo recuerda que pase lo que pase, siempre te defenderé, aunque no siempre lo demuestre.

― Sé que es así ─ le aseguró sorprendiéndolo con un cariñoso
abrazo ─ si hay algo que pueda hacer por ti no dudes en pedirlo, sabes que cuentas conmigo no lo olvides nunca, pase lo que pase siempre seremos hermanos y eso nada ni nadie lo puede cambiar, la vida así lo quiso y así será siempre.

Simón salió de allí, estaba mal, ella lo conocía y sabía que lo que habían hablado lo había dejado pensativo porque así quedó ella también ¿Y cómo no estarlo? Si con lo poco que hablaron se dio cuenta que su amigo estaba asignado a esta tarea sin quererlo, así
cómo también lo estaba Matteo, la diferencia era que uno se había
atrevido a decirle la verdad, a darle la oportunidad de huir para siempre o quedarse y pelear en cambio él, su amigo y hermano del alma, ya había decidido por ella.

El día transcurrió normal, ya eran las 8 de la noche, hora de cerrar todo, se despidió de los chicos y de Meli, de alguna manera estaba tranquila, sabía que los vería de nuevo, Matteo llegó y le entregó el arma, era un arma pequeña y con facilidad la guardó en su tobillo
derecho, por dentro de su media, sabía que allí era el lugar perfecto, si se les ocurría revisarla.

Matteo manejó hasta la vieja bodega abandonada donde debía entregarla, en todo el camino no le soltó la mano y aunque no dijeron nada, con ese pequeño gesto se estaban diciendo todo, apagó el carro y antes de bajar se abalanzó sobre ella y le dio un beso con sabor a despedida de esos que se dan lentos, de esos que no quieres olvidar, así lo sintió ella y con sus frentes unidas y sus ojos cerrados permanecieron un momento

― todo va a estar bien ― le dijo él
mientras acariciaba su mejilla, ella no respondió nada, no quería llorar en ese momento.

Bajaron del auto y entraron al lugar, todo estaba poco iluminado, Matteo sabía que al llegar al lugar debía pasar directo a la oficina del jefe y así lo hizo, luego de pasar por varios pasillos llegaron a la tan temida puerta.

― ¿Estas lista? ─ le preguntó él sintiendo que colapsaría en cualquier momento de los nervios.

― Si, estoy lista ─ quería demostrar seguridad con sus palabras, pero sabía que había fracasado en el intento.

Tres toques en la puerta bastaron para que ésta se abriera y un hombre alto, calvo y vestido de negro saliera a su encuentro.

― Balsano, al fin llegas el jefe te esta esperando.

No respondió nada y entraron a la oficina que no era en nada parecida a la que él ya conocía, estaba completamente pintada de blanco, tenia una muy buena iluminación, todo se veía limpio y ordenado, al fondo podía escucharse música clásica, y el jefe estaba sentado de espaldas a ellos, solo se veía su cabello castaño claro y muy brillante.

― ¿Qué hacemos aquí Matteo? ¿Qué significa esto? ― preguntó Nina ejecutando a la perfección la segunda parte del plan.

― Estamos entregando mi última encomienda ─ contestó lo que tanto había memorizado. Tenían que hacerles creer que la había engañado con la intención de entregarla.

― ¿Encomienda? ¿De qué me hablas?

La silla de cuero blanco se giró y al fin Nina estaba frente a frente al hombre que más odiaba en todo el mundo; Ismael, su tío.

― El Don no se equivocó contigo muchacho, lastima que hasta hoy
trabajes con él, ya puedes irte, ahora me encargo yo.

Matteo decidió soltarla y retirarse de allí antes de acabar con todo lo planificado, ella al verse sola no pudo evitar sentir un frio recorriendo su cuerpo, estaba aterrada, sabía que debía hacer, pero
tenia miedo de que todo se saliera de control, no quería llegar a la tercera parte del plan, no le gustaba improvisar.

― ¿Cómo has estado, querida sobrina? Te he buscado por mucho tiempo, pensé que estabas muerta.

Esa asquerosa voz otra vez taladrándole la memoria, no quería recordar nada pues sabía que eso la desconcentraría de todo pero fue inevitable, recordó que en medio de todo el caos su madre le decía que buscara ayuda, que peleara por su vida y eso haría aunque se
estuviera muriendo de miedo no dejaría de pelear.

― Pues no, no estaba muerta ─ respondió al fin, llenándose de valentía─ ¿Qué quieres de mí? Ya lo tienes todo.

― No todo, quiero que todo sea mío, no quiero ser solo un administrador, quiero ser el dueño.

― Si eso es lo que quieres, esta bien, te lo cederé todo, todo será tuyo, te firmo lo que sea.

― No es tan fácil ─ hablaba manteniendo esa sonrisa tan cínica en
su rostro ─ el testamento del imbécil de tu padre dice que no puedes ceder ni renunciar a tu herencia, solo la muerte te separa de ella.

― Entonces… ¿Me matarás?

― Sí ─ confesó fríamente ─ pero antes hay cosas que debes hacer, poderes que firmar y cosas que vender, todo será mío.

Nina permaneció de pie en el mismo lugar, lo vio tomar el teléfono llamando a alguien y colgó casi de inmediato, recogió unos papeles y caminó hasta la puerta.

― Todo esta listo jefe

Ésa voz, podía reconocerla al instante, no tenia dudas; era él. Se volteo y casi se desmaya al verlo.

― Bien muchacho, ya sabes lo que debes hacer con ella, te espero abajo.

Simón se acercó a ella y sacó algo del bolsillo del pantalón, era un pañuelo en una bolsita plástica ― Perdóname ― le susurró antes de ponerle el pañuelo en la nariz, Nina sintió el fuerte olor del cloroformo invadiendo su organismo y después todo era oscuridad total.

EL DESTINO 💚MATTINA💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora