soldadito marinero

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Me hiciste correr. No recuerdo el motivo. Simplemente corrías. Porque sí. Y yo te seguía. Te seguía pensando que hacíamos el ridículo corriendo por la calle. Hasta que me di cuenta de que no. De que en eso consiste la vida. En dejarse llevar y hacer el ridículo de vez en cuando. Y a partir de entonces comenzó mi aventura. Porque no es que saliese de mi zona de confort. Es que me alejé a miles de kilómetros de ella.

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