Capítulo 1

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Danielle


Me encontraba sobre el césped, observando el cielo azulado y de cómo algunas hojas, caían a mí alrededor producto del viento que hacía de las suyas. Las hojas de tonalidades marrones y rojizas se entregaban al flujo del viento, flotaban sin rumbo, atrapadas en un ritmo improvisado que daba paso a la estación de otoño. A mis dieciocho años, quería cumplir mi sueño de recorrer el mundo y conocer varias culturas, quería dejar de guardar las apariencias, seguir mi vida a mi manera, quería tantas cosas. Pero al mismo tiempo, quería que los dieciocho fueran igual que los diecisiete, deseaba continuar con mis mismas aficiones y no hacerme a la idea de que debía valerme por mi sola o tomar mis propias decisiones. Sin embargo, muchas veces, las cosas no siguen como uno quisiera y es por ello, que antes de que diera inicio el equinoccio de otoño, decidí confesarle a mi familia que era lesbiana. Una noticia que no cayó bien para la mayoría de mi familia, pues los insultos no se hicieron esperar y aunque mi madre quiso echarme de la casa, mi padre se lo impidió.

Fue un bonito gesto de su parte, no lo voy a negar, pero de que servía haber evitado aquel suceso, si mi padre, se negaba a entablar una conversación decente conmigo o tan siquiera darme los buenos días. Las semanas fueron pasando y la situación, no mejoraba como hubiese querido, pero debía entender la actitud de mi padre. Después de todo, ningún progenitor, está preparado para escuchar esa noticia, así que, esperaba que algún día pudiera hablar con él, tal como solíamos hacerlo antes de mi confesión. Mientras pensaba en todo aquello, mi mente trajo a mí un recuerdo hermoso, un recuerdo que me hacía la vida un poco más llevadera por así decirlo. Aquel encuentro había sido mi parte favorita del cambio de estación, pues era como una especie de recompensa luego de aquel desastre que resultó ser mi confesión ante mi familia. Aquella tarde otoñal, conocí a Emma Rosario, una jovencita de dieciséis años, cuyas facciones variaban de una piel blanca, pero sin llegar hacer pálida, era más bien como un tono marrón claro que se broncea fácilmente con el sol, tenía unos preciosos ojos azules que me erizaban la piel y una melena de color negro azabache que me hipnotizaba. Recientemente, se había mudado con su madre a Marsella, una ciudad ubicada al sur de Francia.

Esa tarde, estuvimos conversando de algunos temas triviales por varias horas hasta que ella, se aventuró a pedirme que le enseñara la ciudad, ya que, no conocía a nadie que le pudiera hacer el favor. Sonreí tontamente y no recuerdo el por qué, pero sin pensarlo dos veces, acepté su petición y acordamos vernos todas las tardes en el mismo parque. Con el pasar de los días, me enteré de que sus padres, se habían divorciado cuando apenas tenía siete años, también me confesó que tenía dos hermanos menores por parte de su padre, unos hermanos que no conocía y que lo suyo eran las mujeres. Por mi parte, le conté el problema que surgió en mi hogar por mi reciente confesión, así como también le dije que tenía dos hermanos y que trabajaba en una empresa donde se exporta todo tipo de mercancías. Una empresa donde mi padre, era el director ejecutivo que se encargaba de la gestión y dirección administrativa. Ese solo fue el comienzo de una linda relación de amistad entre nosotras.

—¿De nuevo sumergida en tus pensamientos? —escuché y al girar mi rostro, me crucé con su mirada.

—¿Cómo estuvo tu día? —pregunté, al mismo tiempo que la invité a que se tumbara a mi lado para admirar el cielo azulado.

—Un poco atareado, estuve agilizando algunos papeles para formalizar mi estadía —respondió, con una pequeña sonrisa.

—Verás que todo saldrá bien, no demoraras en obtener tu visa y ya nadie podrá sacarte de este país —dije, sin dejar de admirar su perfil.

—¿Cómo van las cosas en la empresa? Bueno, me refiero a si ya estás más libre para que me hagas ese tour del que tanto me has hablado o debo esperar para el otro mes —expresó.

Amor de otoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora