Capítulo 4

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Emma


Estuve mirando mi reloj de pulsera cada veinte minutos, contando las horas para ver a Danielle, no sé por qué estaba tan emocionada por salir con ella. Nunca me había sentido tan atraída por una chica, ni siquiera por mi primera novia y desconocía el motivo. No sé qué tenía Danielle, me había dejado embobada desde el primer día que la vi. No sé si era el color de sus ojos, su sonrisa tímida o verla así tan desprotegida. Dejé mis pensamientos a un lado para terminar de arreglarme e ir a esa cita que tenía con ella. Una vez que bajé las escaleras, me encontré con la silueta de mi madre, quien tenía una mirada penetrante.

—¿Pasa algo? —pregunté.

—Recuerda lo que hablamos anoche —sentenció.

No podía creer que aún seguía con el tema, cómo le iba a hacer entender que nunca he jugado con los sentimientos de alguien, menos iba a jugar con los de Danielle. Al contrario, temía que ella jugara con los míos, sabía que le gustaban las mujeres, pero desconocía si yo, le atraía al menos un poquito. Inhalé una bocanada de aire y le dije que podía estar tranquila, que por el momento quería brindarle mi apoyo incondicional a Danielle y nada más, aunque era consciente que no podía controlar lo que mi corazón estaba sintiendo. Salí de aquel lugar, con una idea en mente "Disfrutar del paseo" y sonreí, al ver que me había colocado el mejor vestido para impresionar a Danielle. Desde el momento en que aceptó ser mi guía turística, me había trazado una meta "Conquistarla" pero la actitud reacia que tenía mi madre comenzaba a atemorizarme.

No obstante, nada de lo que mi madre pudiera expresarme, cambiaría el hecho de lo bien que me siento en la compañía de Danielle y sin importar lo testarudo que pueda ser mi corazón, al menos quería tener la oportunidad de besarla. Una vez que llegué al parque, me ubiqué en el mismo lugar de siempre y mientras esperaba a Danielle, me dediqué a observar a las personas que caminaban de manera despreocupada, hasta que mi mirada, se enfocó en la silueta de un niño que jugaba con una pelota y a su lado, estaba su padre. Por un instante, me perdí en mis recuerdos, de cómo fue mi niñez antes de que mis padres se divorciaran y entendí que las cosas pueden cambiar cuando menos lo esperas. Contemplé aquella imagen por un buen tiempo, hasta que me di cuenta de que ya eran más de la seis de la tarde, por lo que intuí que Danielle no vendría.

Quizás anoche la asusté un poco, al intentar besarla o simplemente se habría arrepentido. Regresé a mi hogar con un poco de melancolía, jamás me habían dejado plantada en una cita, por lo que comencé a sentir un sentimiento extraño en mi corazón, una emoción difícil de explicar. Guíe mis pies a mi habitación, tratando de evitar la mirada curiosa de mi madre o su interrogatorio tras verme llegar en menos de media hora. Estuve dando vueltas en mi cama, pensando en los motivos porque Danielle no llegó a nuestra cita, hasta que sentí que alguien abrió la puerta de mi habitación.

—Mamá, quiero estar sola —expresé, no quería hablar sobre el desplante que me acababan de hacer.

—Hola—escuché aquella voz, que me aceleró el corazón—Lamento no haber llegado a nuestra cita —

Al girarme, mis ojos se encontraron con los tuyos y sonreí tontamente, pero aquel leve gesto, no duró mucho, pues me preocupó ver esa pequeña hinchazón que tenías en tu labio inferior.

—¿Qué te ocurrió? —me incorporé de inmediato.

—Tuve una discusión con mi madre —se encogió de hombros.

—Al menos, dime que ganaste —bromee, quería sacarle una sonrisa.

—¡Discúlpame! Realmente quería salir contigo, pero las cosas se complicaron en casa —resopló, con la intención de aminorar su impotencia.

Amor de otoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora