Capítulo 24

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Jimena

En la vida, existen muchas historias de amor con finales felices. Esas historias, en la que es muy probable que las personas pasen el resto de sus vidas juntos, tengan una hermosa familia y con los años, pueden llegar a envejecer uno junto al otro, pero sé de antemano, que los finales felices, no son para todo el mundo. Después de todo, aunque te sientas más vivo que nunca por estar al lado de esa persona que amas locamente, te das cuenta de que por más que duela, a veces, tienes que dejarlo ir. No porque quieras, sino porque es lo mejor para los dos. Y aunque sea muy doloroso, debes aprender que no siempre las cosas suceden como quisiéramos que pase, pero esos momentos, son lo que nos marcan la vida. Porque pasas de ver todo color rosa a un color gris, en donde ni siquiera distingues el blanco o el negro, simplemente nada tiene sentido para ti. Sin embargo, esos momentos, son aquellos que te hacen ser más fuertes, más distante, más analítico y logras ver que no todo, es tan malo como parece.

Sé que la experiencia de vivir un amor verdadero puede llegar a ser una sensación placentera y abrumadora al mismo tiempo, pero cuando llega el desamor, resultar ser un momento cruel. Es algo que te da una nueva perspectiva para cuestionarte lo que de verdad importa, lo que se supone una nueva oportunidad para reencontrarte y te ayuda de alguna manera u otra, a reflexionar todo lo que has hecho. Por ese motivo, podía comprender muy bien la situación por la que estaba pasando Danielle, no es grato que tu pareja te presente como una amiga frente a alguien que sabes que le coquetea descaradamente, pues te da a entender que solo eres un pasatiempo para ella. Tal como me ocurrió con mi antigua pareja, quien siempre me presentó como una amiga ante su ex y aunque en un principio, no me molesto, con el tiempo me di cuenta de que nuestra relación se fue marchitando. Fue así como acabe en Marsella, la segunda ciudad más poblada de Francia y el principal centro económico y comercial del sur del país. Un lugar donde empezaría de nuevo, un lugar que me ayudaría a sanar mis heridas.

Aunque mis padres, no estuvieron de acuerdo en que dejara todo por amor, a la final, aceptaron mi decisión, pues eso no interfería en sus actividades y ciertamente, es algo que me traía sin cuidado. A ellos, solo les importaba su bienestar y su estatus social, mientras que yo, era feliz a mi manera. En mi primer día de clases, conocí a Danielle y fue inevitable que no me sintiera atraída por ella, pero sabía que no me prestaría atención por mucho que me esforzara, aunque nunca deje de lado mis intenciones hasta que un día, me dejo más que claro que estaba en una relación estable. Sin embargo, los días fueron pasando y aunque seguía sintiendo una leve atracción por ella, no quise consolarla esa tarde que la vi deambular por los pasillos con un semblante triste, pues no quería que se sintiera incómoda por mi presencia o que me alejara de su grupo de estudio, porque vaya que éramos las mejores del salón.

Lo que empezó como un simple grupo para actividades académicas, terminó siendo una bonita amistad que creció entre nosotras. Tanto así, que me ofrecí para ser carne de cañón y darle celos a su novia, no porque ella me lo hubiese pedido, sino porque me salía al natural enojar a la tonta de Emma, ¿Cómo no puede darse cuenta de lo mucho que la ama Danielle? A veces somos tan egoístas, que no nos damos cuenta de que nuestra manera de actuar puede lastimar a esa persona que amamos y cuando nos damos cuenta de que hemos metido la pata, ya es demasiado tarde. Pese a que quisiéramos tener una barita mágica para enmendar todo lo malo que hemos hecho, debemos asumir nuestros actos, porque no existe nada que pueda borrar el pasado, ni las imágenes que te vienen constantemente o las palabras que expresaste en su momento.

—Jimena, no utilices más tus neuronas —escuché la voz de Jenny.

—¿Eh? —dije por inercia.

Estaba tan ensimismada en la situación de Danielle y como se parecía a mi historia, que me perdí en mis propios pensamientos. Ni siquiera me di cuenta de que tenía la espalda entumecida por estar tanto tiempo contra la cabecera de la cama, aguardando a que Jenny saliera del baño para acomodarnos.

Amor de otoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora