Capítulo 13

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Danielle

No hay nada peor que a una persona le des exactamente igual. Que verte feliz o triste, sea lo mismo. Tal como si estuviese retirando todos los sentimientos que una vez, sintió por ti, es como si para esa persona, ya no existieras. ¿Por qué Emma, tomo esa actitud agresiva y dolorosa hacia mí? Sé qué actúe mal, al no decirle lo que ocurría, pero vamos, ¿Cómo podía pensar que, de verdad, me iba a alejar de ella? Si había hecho todo lo humanamente posible para estar a su lado, pese a su indiferencia. Detuve mis pasos, al ver que el semáforo aún seguía en rojo y mientras los autos pasaban de un lugar a otro, no pude evitar que varios flashbacks vinieran a mi mente. Llevándome a recordar los momentos que había compartido con Emma, antes de recibir aquella noticia por parte de mi padre. Realmente extrañaba su sonrisa, su mirada tierna, sus labios, pero lo que más echaba de menos, eran esas pláticas nocturnas que teníamos a diario.

Quizás aún seguía enojada conmigo, pero al menos, me dirigía la palabra durante la cena o las veces que me acompañaba a mi trabajo y era un gran paso, porque ese simple gesto, indicaba que tal vez, algún día, me daría la oportunidad de explicarle las cosas como era debido. Una vez que el semáforo cambio su color, retomé mi caminata para ir a mi antiguo hogar. Sé que era una terrible idea, la más descabellada que se me había ocurrido hasta ahora, pero no tenía otra opción. No quería mudarme de esta ciudad, ni alejarme de Emma, así tuviera que soportar los insultos de mi madre o sus sobornos, haría lo que fuese necesario para obtener mi cometido. Cuando estuve a punto de tocar el timbre, mi padre, hizo sonar su bocina para llamar mi atención.

—¿Cómo se te ocurre venir aquí? No quiero que tu madre, te vuelva hacer daño —expresó, al bajar la ventanilla de su auto.

—No me importa, necesito hablar con ella, de alguna manera quiero hacerla entrar en razón y que te haga las cosas más fáciles—dije, al coincidir con su mirada—No quiero irme de este país —mencioné, con un nudo en la garganta.

—Sube, te llevaré a otro lugar para que conversemos —

En el camino, ninguno pronunció alguna frase y el silencio que había entre los dos, era acompañado por una suave melodía que reproducía el estéreo. Cada uno, iba sumergido en sus pensamientos y ahora más que nunca, comprendía lo mucho que me había encariñado con Emma estos meses. Cuando mi padre, estaciono el auto, me di cuenta de que me había traído al centro comercial que solíamos frecuentar en familia.

—Hemos llegado —dijo, con su típica sonrisa.

Cuando bajamos del auto, colocó su brazo sobre mi hombro, me dio un beso en la mejilla y caminamos a esa cafetería que solíamos frecuentar casi todo el tiempo. Bueno, cuando aún éramos una familia feliz.

—¿Pedimos lo mismo de siempre? —preguntó y yo asentí—¿Cómo has estado? —no tardó en preguntar.

—He tenido días mejores —apenas pronuncié. Me encontraba muy desanimada como para entablar una conversación normal.

—¿Por qué tan desanimada? —investigó, al tomarme del mentón.

No podía creer que me estuviese haciendo esa pregunta. Vamos, tenía muchas razones para estar desanimada, pero al ver sus ojos y esa expresión de "tengo algo que contarte", hizo que bajara un poco la guardia y esa tristeza que tenía.

—Bueno, ya que no deseas hablar, te daré las buenas noticias —me regaló una sonrisa.

—Cualquier noticia que me des, sería buena para mí, créeme —dije, sin mucha convicción.

—Tu madre y yo, llegamos a un acuerdo. Ya no es necesario irnos a Brasil —manifestó, con mucha emoción.

—No hagas bromas de ese tipo, no quiero ilusionarme —me encogí de hombros, mientras jugaba con mi malteada.

—Sé que la estás pasando mal con esa noticia y debo decir que me sorprendió verte en casa—dijo—¿Estabas dispuesta a que tú madre te golpeara para no irte? —me miró expectante.

—Sí —respondí por inercia.

—Eso no me hace gracia, pero comprendo tu motivo—tomó un sorbo de su malteada—Me alegra haber llegado a tiempo, sabes que tu madre, pudo agredirte sin contemplación —me regañó.

—¿Puedo saber a qué acuerdo llegaron? —pregunté, me encontraba algo dudosa sobre ese tema.

—Vamos a vender nuestra casa y el hotel que adquirimos hace un par de años. El dinero recogido se dividirá en parte iguales —explicó.

—Entonces, ¿Qué pasará con Steven? —no tardé en preguntar. No quería que mi hermano, se quedara en manos de esa mujer.

—Hija—dijo por lo bajo y cuando usaba ese tono, era para aminorar lo que quería decirme—Desafortunadamente, tendré que compartir la custodia con tu madre —desvió su mirada.

—Pero ¿No puedes pedir la custodia total? —dije por inercia.

—Me temo que no—su mirada se tornó triste—Ella quería la custodia total, pero como la amenacé con demostrar el maltrato intrafamiliar a lo que ustedes fueron expuestos, desistió de su idea y accedió a compartirla. Aunque tú y yo, sabemos que nunca se hará cargo de tu hermano —mencionó.

—Bueno —dije, con la mirada perdida.

—Solo dirás un, ¿Bueno? Vamos, pensé que la noticia te alegraría —expresó.

—No me malinterpretes, me alegro por mi hermano y por ti, solo que hoy, no estoy de ánimos —me encogí de hombros.

—¿Te has peleado con Emma? —me dedicó una mirada inquisitiva.

—Sí y no—dije por lo bajo—Le conté sobre la posibilidad de irme del país y no tomó la noticia de la mejor forma —mis ojos se cristalizaron.

Hasta hace unos días, me había planteado la posibilidad de que ese sentimiento que tenía por Emma era más fuerte de lo que había imaginado y llegué a pensar que tal vez, me había enamorado sin pensarlo. El amor, era un sentimiento muy complejo que aún no sabía identificar, ni siquiera esas revistas que había leído con tanto espero, me ayudaron a confirmar eso que sentía.

—¿Te has enamorado de esa jovencita? —indagó.

Mi padre, siempre había sido muy intuitivo conmigo, por lo que tal vez, él había notado ese sentimiento que yo aún no sabía interpretar.

—Danielle —llamó mi atención.

—Papá, ¿Cómo te diste cuenta de que estabas enamorado de mamá? —expresé, con la intención de que me ayudara a definir este sentimiento que tenía por Emma.

—Hija, simplemente lo supe —respondió.

Allí estaba de nuevo esa respuesta tan ambigua que no me ayudaba en lo más mínimo. Suspiré con la intención de calmar mi frustración, ¿Por qué alguien no podía darme una respuesta exacta? Cerré mis ojos por inercia y me dejé envolver por todos esos momentos que había compartido con Emma. De ella, me agradaba todo e incluso esa confianza que me transmitía cada vez que me dedicaba una mirada tierna y qué decir de sus besos ¡Son mi perdición! Si esto no es amor, no sé qué signifique entonces.

—Papá yo...—quise expresar algo, pero no encontré las palabras adecuadas.

—No tienes que decir nada. Sin embargo, me encantaría darte un consejo —acarició mi mejilla.

—Claro, todos lo que tú desees —dije entusiasmada.

—Todavía no se ha inventado ningún algoritmo capaz de resolver las cuestiones del corazón, pero si ese sentimiento que tienes por Emma es lo suficientemente fuerte, lucha por él, aun cuando tu corazón sienta miedo de afrontar la realidad —sostuvo mi mano.

—Gracias, papá —acaricié su mejilla, al mismo tiempo que intentaba comprender sus palabras.


Publicado: En Wattpad, septiembre 05 del 2018

Copyright © 2018 María A.

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Los personajes, eventos y sucesos presentados en esta obra son ficticios. Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia. 

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