Capítulo 16

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Emma

Mis ojos estaban situados en alguna parte de la sala, mientras que mi mente, no dejaba de recordar ese momento en que estaba abriendo mis regalos. Jamás imaginé que Danielle, me pediría ser su novia o qué me haría un hermoso obsequio con manualidades. Al ver cada detalle de ese scrapbook, me di cuenta de que le llevó mucho trabajo hacerlo y lo hizo solo para mí. Adoré cada fotografía donde salíamos abrazadas mientras nos dábamos un beso, era como recordar cada caricia, su aliento cerca de mis labios, el calor de su cuerpo pegado al mío y la suavidad de su lengua. Por ese motivo, no pude contenerme de darle un beso que expresara todo lo que sentía por ella, pese a que solo nos hemos dicho un te quiero, no era suficiente para mí. Yo quería expresarle que la amaba, que la deseaba y que no quería alejarme de su lado.

Sin embargo, estaba al tanto de que Danielle, no se sentía cómoda haciendo ciertas cosas en la casa, aunque no me lo expresara, sabía que una parte de ella no quería faltarle al respeto a mi madre, aunque disfrutara de esos momentos clandestinos que teníamos. Por ese detalle, estaba de acuerdo que se mudará a su apartamento, ya que, en ese lugar, ninguna estaría cohibida de besarnos o tocarnos. Sin duda, Danielle, era diferente a esas chicas con las que me había enredado en el pasado, ella no me quería solo para estar en la cama, sino que me daba algunos detalles en nuestras salidas que me hacían amarla. Hasta le pidió permiso a mi madre, para llevarme a la capital, en un paseo relámpago. Siempre había querido conocer ese lugar del que mi padre, solía hablarme antes de dormir, había escuchado tantas veces la historia del jorobado de Notre Dame que cuando estuviese más grande, quería ir a ese sitio para conocerlo.

Aquella tarde, Danielle me explicó que la catedral de Notre Dame, es una de las más antiguas del mundo, que su nombre significa Nuestra Señora y estaba dedicada a la Virgen María. También me comentó, que había sido reformada varias veces para darle la apariencia que tenía ahora y está ligada al mítico jorobado de Notre Dame por sus impresionantes torres, donde se encuentra su campanario. Podría decirse que ya, conocía gran parte de Marsella y algunas de las ciudades aledañas gracias a Danielle, quién se había encargado de enseñarme algunos lugares turísticos, pero lo que más me cautivó de esa chica, es que se las ingenió para que sus clases pudieran cuadrar con las mías. A pesar de que la entristeció el hecho de que no estudiáramos la misma carrera, me animó a sacar buenas notas para que algún día, pudiéramos estar en el mismo salón o al menos, graduarnos en la misma especialidad.

—Espero que mi hermana, ya te diera tu obsequio —esa voz, me hizo volver a la realidad.

—Sí, supe que te soborno para tomar algunas fotografías—mis mejillas se sonrojaron—¿Cómo llevas lo de tus padres? —no tardé en preguntar, pero en realidad, quería saber si aquella señora no lo había vuelto a agredir.

—Bien. Por un momento, imaginé que debía ir tres veces por semana a la casa de mi madre, pero ya conoces como es ella y ni siquiera me ha llamado para saber cómo estoy —respondió.

—No puedo creerlo —expresé sorprendida.

—Para ser sincero, así estoy bien, no quiero estar en el mismo lugar que esa señora —expresó.

—Es comprensible, ni yo quisiera estarlo—dije, al sostenerle la mano por un breve instante—Por cierto, ¿Te has adaptado a tu nuevo hogar? —pregunté.

—Oh sí, es muy amplio, algún día espero llevarte para que juguemos videojuegos —mencionó, con una sonrisa traviesa.

—Me encantaría, de esa manera recuerdo viejos tiempos —sonreí.

—Que suertuda es mi hermana —soltó de repente.

—¿Por qué lo dices? —fruncí el ceño. Desde mi punto de vista, mi francesita, no la había tenido fácil estos últimos meses por todo lo acontecido.

Amor de otoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora