Capítulo 3

2.2K 182 22
                                    


Danielle


Contaba los minutos para salir de mi oficina, pues estaba deseosa de ir con Emma a un lugar que siempre consideré como uno de mis favoritos. Y aunque hace un par de horas mi hermano, me hizo caer cuenta que podía acabar enamorándome de ella, quería ir despacio para no dar un paso en falso. Sin embargo, debía admitir que esa latina, tenía una impresionante belleza natural que podía seducir a cualquiera y yo, no era la excepción. Mientras acomodaba unas cosas en mi escritorio, pude sentir como una silueta, se colocó frente a mí y un pequeño escalofrío recorrió mi espalda, al notar la seriedad mi padre.

—Necesito que vayas a mi oficina—dijo, con un tono frío.

Ni tiempo me dio a responder, pues se retiró con la misma facilidad que llegó. Entre temerosa y ansiosa, dejé lo que estaba haciendo y me incorporé para ir a su despacho. Cuando ingresé, percibí su silueta cerca de la ventanilla, con su mirada perdida y un semblante serio.

—Hola —dije tímidamente, pues no tenía idea del motivo por el que me citó en su despacho.

—Sé que han sido unas semanas difíciles—se giró para verme—¿Estás segura sobre tus...? —fue incapaz de completar la frase, se notaba que le daba cierta vergüenza.

—Sí, puede que no lo entiendas, pero esto es lo que soy —intenté que mi voz no flaqueara, no quería que se diera cuenta de lo mucho que he sufrido por su indiferencia.

—De acuerdo —dijo por lo bajo.

—Lamento si te decepcioné o si esperabas más de mí —hice un pequeño silencio para organizar mis ideas.

Ahora que mi padre, me dirigía la palabra, no quería desaprovechar la oportunidad para expresar todo aquello que me había guardado por años.

—Hija —pronunció, pero no lo dejé continuar.

—Pese a que mi madre, me ha tratado como una mierda estas últimas semanas, quiero que sepas que los amo y los respeto por igual, aunque te prometo que me iré de la casa tan pronto pueda. No quiero seguir causándole molestias —manifesté con todo el dolor del mundo, no quería dejar a mi hermanito, pero la vida es así, a veces, hay que hacer sacrificios por el bienestar de uno mismo.

—Sé que me comporte como un idiota, dejé que la noticia me afectara más de lo normal y no me di cuenta de que te hice daño con mi indiferencia—sus ojos se cristalizaron—Tus abuelos, siempre me enseñaron a respetar los ideales de las personas, a no juzgarlas por sus acciones y aceptar ciertas diferencias, ¿Me perdonarías por ser tan tonto? —expresó, al mismo tiempo que me abrazó con fuerza.

Era un abrazo que había estado esperando desde hace tiempo y sin poder evitarlo, comencé a llorar. Eran lágrimas de felicidad, porque al fin, ese hombre a quien admiraba mucho me había aceptado tal como era.

—No tengo nada que perdonarte papá, pero si esa frase te hace sentir bien, lo diré. Te perdono —limpié mis mejillas.

—De verdad, lo siento—besó mi coronilla—Anoche estuve hablando con Steven y quedamos en que te ayudaríamos a buscar un departamento para que no tengas que soportar las groserías de tu madre —comentó.

—Papá, no tienes que hacerlo —mentí. Realmente deseaba irme de la casa, ya los días, se habían vuelto un infierno para mí.

—Es algo que ya decidí y no aceptaré un no de tu parte—mencionó—Ahora necesito que vayas a arreglarte, sé que tienes una cita que cumplir —sonrió.

—Pero...—fui incapaz de decir algo más.

—Tu hermano, me puso al tanto sobre esa jovencita con la que frecuentas—acarició mi cabeza—Estoy deseoso de conocer a la tal Emma —dijo, con una sonrisa.

Amor de otoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora