-Se van con cuidado niños míos.- acarició el brazo de ambos.
-No se preocupe Doña Yoli, iremos con cuidado.- Paula tomó la mano de la señora cuando se acerba al rostro para depositarle un beso en la mejilla.
-Claro que debo de preocuparme, ustedes son los que me ayudan aquí.
-Llegaremos bien.- le aseguré mostrando una sonrisa.
-Nathan, querido, cuida de mi Paula.- asentí observando a Paula que negaba con la cabeza.-Llévala con cuidado a casa.
-No se preocupe.- Comenté. Tomé el hombro de Paula para que camináramos juntos.- Nos vemos Doña Yolanda.
-Hasta mañana Doña Yoli.- despidió con la mano mientras nos alejábamos del local.
Camine observando la vía peatonal. Paula no hizo ningún comentario luego de que yo haya señalado la calle, creyó que estaba bromeando así que decidió limpiar las mesas para ignorarme, yo me dispuse a limpiar la cerámica del suelo.
El clima no había cambiado en lo absoluto cuando el reloj ya marcaba las 7 de la noche, aunque el frio se hacía más intenso, las nubes seguían oscureciendo al pueblo.
Ver a Ayleen fue una completa sorpresa, es como si el destino trata de juntar las piezas perdidas del rompecabezas. ¿O será simple coincidencia, debido a que vendemos su repostería favorita? Me inclino más hacia lo último. ¿Será que exista un destino para nosotros? Tal vez sí, pero no uno feliz.
-Deacon.
-¿Mmmm?- la observé de reojo.
-¿Ella era tu ex novia?- detuve mis pasos y la observé directamente.- Cuando estaba en preparatoria y miraba a mi ex novio en la biblioteca solía observarlo tras los estantes de libros esperando a que alguien se le acercara para maldecirlo a los lejos y culparme por haber andado con el más farsante del instituto. Relaciono tu actuar con el mío. Tan patéticos.- sonreí con su insulto.
-Completamente patéticos.- reanude mi andar, a lo que ella me siguió.
-Sabes que cuando necesites a una amiga estaré para consolar tu llanto.- palmeó mi espalda.
-No te preocupes, que eso no pasará.- sacudí su fino cabello.
-Me puedes dejar en la parada de autobús, no te inquietes.
-¿Por qué debería? Además, le aseguré a...
-Ella no se enterará que tomé el autobús sola.- la observé incrédulo.- No te preocupes, de veras, además ya estamos por llegar.- asentí sin negarme.
-Pero antes,- extendí mi mano.- ¿me prestas tu celular?- asintió extrayéndolo de su bolso, lo tomé y escribí mi numero en el.- Me marcas cuando estes en casa.- asintió frenéticamente.
Nos tomó cinco minutos para llegar a la bahía de la parada que estaba poco iluminada. Paula tomó asiento en las bancas mientras yo esperaba por su autobús para avisarle cuando se acercara. La observé por encima de mi hombro y capté que todo de ella era muy fino, su brazos, sus dedos, sus piernas, su cabello y sus labios. Divisé como se estremecía por el frio ya que su camiseta no la ayudaba a cubrirse. Negué rápidamente cuando me despojaba de mi chaqueta. Caminé hacia ella y rodeé sus hombros con la chaqueta de cuero.
-Procura cargar una sudadera entre tus cosas, el clima en este pueblo es loco. Unos días hace calor, otros días llueve y en otros mueres de frio.- observe su rostro sorprendido con una sonrisa.
-No, no es...-tomó una de las mangas de la chaqueta para quitársela.- necesario.- acomodé nuevamente la chaqueta en sus hombros.
-Doña Yolanda pidió que te cuidara, no espero un regaño por un simple resfriado.- observé como su garganta ascendió y descendió en segundos.
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DIAMOND EYES
ParanormalATENCIÓN: Esta novela la escribí cuando tenía quince años, por lo tanto, puede contener faltas ortográficas que aun no han sido corregidas, algunas contradicciones y poco desarrollo de los personajes. La revisión continúa en espera. No fui capaz de...