-Es difícil, lo sé, pero creo que no fue la manera correcta de actuar, mucho menos con nosotros.- Señalo su cuerpo y el de Henna a la vez.- Lo bueno es que ese carácter de perro rabioso te consiguió un trabajo.- Alzo los obras viendo la única alternativa.
-No creo que haya sido por eso.- Entrecerré los ojos buscando otra mejor respuesta ante la actitud de ayer de doña Yolanda.- Actuó como si supiera lo que tengo, como si ella fuera...- Lleve mi mano hacia mi frente buscando una idea mejor que no fuese esa.- No se.- Alcé los hombros mostrándome incapaz de resolver la incógnita.
-Ay no Nathan, ¿un ángel?- Elevó los ojos dándole una voltereta.- Es absurdo, te hubieses dado cuenta antes de poner un pie en ese lugar, ¿no crees?- Su vista incrédula me hacia ver un completo estúpido, lo cual causó una leve risita por mi parte al saber lo que Henna pensaba de mi. Rasqué mi cuello y pasé las manos por mi rostro.
-Sí, tienes razón.
-¿Qué harás ahora?- Inquirió con una leve preocupación.- ¿Aún irás detrás de ella, Nathan?
-Creo que dejaré que ella siga con su vida. No quiero interferir en sus planes. ¿Qué mas puedo hacer?
-Ir a explicarle que fue lo que realmente sucedió y dejarlo por la paz.- Henna era muy ingenua, no lo digo en forma grosera, pero no es tan fácil, emocionalmente, para mi ir hasta su casa y darle explicaciones.
-Yo ya lo dejé por la paz.- Tomé la chaqueta marrón de la silla dando media vuelta.- Disfruten de su aventura.
-¿No quieres que te compremos algo?- Henna parecía mi hermana mayor, lo cual era muy tierno pero lo consideraba un poco innecesario.
-Un auto por favor.- Respondí en medio de una risa burlona.
-Ni de chiste.- Fue lo último que escuché salir de la boca de Keylang al cerrar la puerta a mis espaldas.
Henna y Keylang tienen planeado pasar el día fuera casa, recorriendo la carretera, adentrarse al bosque, perder el tiempo y el día, por ende tenía que caminar las cinco cuadras para llegar a mi honesto trabajo. El cual me es gracioso recordarlo debido a que lo obtuve de manera tonta, sin resquicitos, solo con un interrogatorio de mi vida. A la vez le agradezco a esa amable señora haberme dado el trabajo, porque el dinero es lo que me hace falta.
El viento helado sopló con ánimo haciendo alborotar mi cabello desarreglado, lleve mi mano hacia el e introduje mis dedos para peinarlo hacia atrás. El ambiente se sentía húmedo, un leve olor a tierra mojada emanaba por todas partes, las nubes grisáceas cubrían el sol, el día estaba espectacular para dormir pero eso no se podía.
Estaba a dos cuadras de llegar y acelerar mi paso cuando una camioneta se detuvo a mi lado. Bajando lentamente la ventanilla del copiloto se asomaba una caballera castaña perfectamente ondulada, unos ojos perfectos, casi de cristal, con una mezcla de celeste y verde menta. El retrato de Ayleen vagó por mi mente como es de costumbre, pero esta vez era la imagen y semejanza de ella acompañada ciertas arrugas poco notables; Aynara Way.
-Niño, ¿sabes donde puedo comprar tubos de hierro?- Llevé mis manos hacia mis bolsillos del pantalón mientras buscaba una respuesta.
-Mmmm,- señale la calle que estaba frente a nosotros.- avance cuatro cuadras y encontrara una tienda, creo que podría ayudarla con lo que busca.
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DIAMOND EYES
ParanormalATENCIÓN: Esta novela la escribí cuando tenía quince años, por lo tanto, puede contener faltas ortográficas que aun no han sido corregidas, algunas contradicciones y poco desarrollo de los personajes. La revisión continúa en espera. No fui capaz de...