15.- No te enamores.

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AYLEEN WAY

Eran las 8 am cuando abordé el autobús, esta vez no pude recurrir a la camioneta como medio de transporte debido que Nath estaba practicando para pasar su examen en la escuela de manejo. Realmente no me molesta ir en autobús, de hecho me ayudaba a despejar la mente y a no sentirme más ansiosa.

El día sabía que hoy sería difícil, las nubes cubrían el sol impidiendo que este calentara las calles con sus rayos, las pelusas de gato descendían de las nubes para alojarse en la ropa de todos los que caminaban.

Llegué hasta la puerta de la panadería y al empujar la puerta campanas pequeñas timbraron para avisar que alguien había ingresado al local, la melodía de un piano que emanaba de unos parlantes convertía al sitio en un lugar clásico. El olor a pan inundaba las fosas nasales y hacía rechinar el estómago. Avance con temor a los exhibidores en busca de la persona que más quería ver, sin embargo, una señora apareció detrás de los estantes, y con pasos rápidos se acercó hasta donde yo me encontraba.

-Muy buenos días querida, ¿que deseas?- Con amabilidad la señora preguntó.

-¿Me puede dar un sweetchoc?- Asintiendo tomó unas pinzas para extraer del exhibidor el postre que le pedí.

-¿Lo comerás aquí o quieres que lo empaque?- Con una mano aún sostenía el postre entre las pinzas a la vez que buscaba un bolsa de papel con la otra.

-Lo comeré aquí.- Asintió nuevamente y procedió a tomar un plato de porcelana, depositó el Sweetchoc y me lo entregó por encima del exhibidor. Lo tomé y observé detenidamente el postre mientas me mordía el labio.

-¿Hay algún problema? querida.– El rostro de la señora transmitía confusión.

-Si.- Respondí avergonzada, se sorprendió.-No es por el postre, busco a uno de sus trabajadores.

–¿Nathan?- Al escuchar su nombre una ráfaga de nervios recorrieron mis brazos y mi pecho haciendo que el plato que sostenía entre mis manos cayera sobre el exhibidor.

-Lo siento, lo siento.- Comencé a decir mientras tomaba el plato para observar si no estaba roto el vidrio del exhibidor, por suerte no fue así.

-No te preocupes hija, a todos nos pasa.-Comentó mediante una sonrisa.-Ahora bien, si vienes a buscar a Nathan el no está, Paula y él tienen el día libre. Son jóvenes muy trabajadores que lo mínimo que merecen es descanso.- Al escuchar esas palabras me sentí decepcionada y lo único que hice fue suspirar.-Pero si es urgente te puedo pasar el número.-Asentí sin pensarlo. La señora sonrío y anotó el número de Nathan en una pequeña nota, posterior a eso me la entregó.

-Muchísimas gracias.–Tomé mi billetera y saqué un dólar para pagar por el postre que desperdicié.

-A ti,-Respondió mientras tomaba el dinero.-y mucha suerte.- Guiño su ojo al mismo tiempo que mantenía una sonrisa, sonreí a la vez que asentía.

NATHAN DEACON

Subí la última maleta en la tina de la camioneta, Keylang ya estaba sentado frente al volante mientas que Henna lo acompañaba como copiloto. Paula estaba en el asiento de atrás preparando sandwich para el camino. Aligeré mi paso para entrar a la camioneta, una vez dentro el olor a jamón hacía gruñir el estómago.

-¿Estamos listo?- Preguntó Keylang con una sonrisa.

-Si lo estamos.-Respondió Henna mientras le tomaba la mano a Keylang.

-No escuché a los de atrás.-Emití una sonrisa burlesca a la vez que negaba con la cabeza.-¿Estamos listos?- Observé a Paula y ella a mí, luego dirigió su mirada el retrovisor para asentirle a Keylang.- No los escuchooo.

DIAMOND EYESWhere stories live. Discover now