Prologo.

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—Has venido tú a dominar, con tu bajo poder, la Tierra Sagrada de tu Dios —la ironía en el rostro del Ángel era digna de admirar.

—He venido a dominar lo que durante siglos debió ser mío.

Unas alas negras se alzaron en la espalda de Lucifer, haciéndolo elevarse sobre el suelo y sobre el Ángel. Rey de las tinieblas lo había llamado el Todo Poderoso, nadie nunca hubiera imaginado que el mejor de sus guerreros levantaría una tripulación contra su Dios.

El deseo del poder y la sed de dominar tierras sagradas habían llevado a ese ángel a caer en la decadencia del pecado. Siendo obligado a despojarse de sus alas blancas y al abandonar las tierras que solo los puros podían pisar; su ira creció. Alimentando con su rencor a más y más de los ángeles, convirtiéndolos en pecadores.

Ahora, después de mucho tiempo, el ángel que una vez llevaba alas blancas, hoy día levantaba espadas contra su creador, su padre, su Dios.

—La fuerza que nosotros los puros llevamos dentro nos hace invencibles —el Ángel levanto su rostro, dejando caer en sus hombros sus risos dorados que tanto lo caracterizaban.

—Ve y dile a los que llamas puros que su nuevo y único dios ha llegado. —de su empuñadura blandió una espada, tan larga como sus brazos y tan brillante como el negro de sus alas— Porque creo, que después de hoy, ninguno de ellos querrá haber nacido.

Con un movimiento elegante y sencillo clavó la espada en el corazón del Ángel, llenando el filo con una sangre blanca y virgen, tan virgen que al tocar sus manos lo quemó.

— La beberá, porque esta es mi sangre, sangre del nuevo y eterno testamento —retiró la espada del cuerpo ya inerte del Ángel, y acercándola a sus labios tomó de ella.— A partir de ahora, los puros serán desterrados, tal y como lo hicieron conmigo.






SANGRE #1 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora