Capítulo 11

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Lewis es un santo, al cumple su primer semana de vida le dan el alta. Había tenido muchas visitas, incluso Nick estuvo atento a lo que pudieran necesitar.

—¿Como va esa madrina con la leche? —me sobresalto al escuchar a Nick detrás de mi, me giro para verlo sobre mi hombro.

—Perdón ya casi esta lista y nos podremos ir. —se apolla contra la encimera y me da un beso en la mejilla.

—Hazlo tranquila, para la reserva falta un rato todavía.

Me hecho unas pequeñas gotitas en la muñeca para asegurarme que no este caliente.

—Listo —ambos salimos de la cocina—, aquí tienes hermoso mio —le entregó la leche a Madison— ¿Estas segura que puedes quedarte sola hasta que llegue Thomas?

—Maia me tengo que acostumbrar, aparte Thomas ya viene en camino.

—¡Hola! —saluda desde la entrada.

—Ves ya esta aqui. —acomoda a Lewis sobre su brazo para darle la leche.

—Buenas noches —saluda Thomas y Aaron.

Respondemos todos al mismo tiempo.

—Perdón se nos hizo tarde.

—Esta bien, ¿vamos? —le pregunto a Nick.

—Quédense a cenar con nosotros —nos invita Thomas.

—Lo siento pero ya tenemos planes para está noche.

—Cancela la salida. —dice Aaron serio observando mi pollera de cuero.

—Como cree que voy a cancelar y dejar está hermosa mujer así vestida. —toma mi mano para gire y pueda ver todo el look, miro a Madi que sonríe ampliamente al ver la cara de Aaron— será para otra oportunidad y créanme que no será la ultima vez que me verán por aquí.

—Vamos —digo tomando mis cosas apurada— nos vemos después, me llamas si me necesitas.

—Vamos a estar bien para que tengo estos dos hombres aquí. A alguno le tocará la caca.

—Yo lo cambie antes de irme. —junta las manos en suplica Thomas— ahora lo puede hacer Aaron.

—Bien, suerte con eso.

—Al señor Williams no le caigo bien ¿Verdad?

—No lo se.

—¿Ustedes tienen algo?

—¿Con Aaron? —Nick asiente— ¡No! —vuelvo mi atencion a mi plato.

—¿Él sabe eso? Siempre que me ve pone esa cara de gruñón, ¿es sólo conmigo o con todo el mundo?

Al referirse asi a Aaron me recuerda a blanca nieve y los siete enanitos, definitivamente Aaron era el verdadero gruñon.

—A veces sonríe.

—Apuesto lo que sea que solo lo hace contigo.

Debería de darle la razón pero no lo quiero hacer.

—¿Porque estamos hablando de él en nuestra cita?

—¡Oh! Es una cita —sonríe.

—¿O quieres que sea sólo una cena de amigos?

—Me gusta más que sea una cita.

Al terminar de cenar vamos al cine a ver una película, que en verdad no era tan buena como decían las criticas.

—Gracias por todo —digo cuando se detiene el auto en la puerta de la casa.

—Espera —da la vuelta y me abre la puerta para que baje—, parece que tienen fiesta. —dice mirando los autos que estan estacionados.

POR SIEMPRE A MI LADO (2da parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora