Capítulo 6

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Al mirar por la ventana del avión veo la ciudad iluminada, he vuelto a Las Vegas otra vez estar aquí me causa emociones encontradas felicidad porque extrañaba demasiado a mis amigos, además Aaron también vive aquí, seguramente lo vere es el primo de Thomas no puedo evitarlo toda la vida, debere de ver a su espectacular prometida, aunque me haga la dura todavía me duele.

Cuando avisan que comenzamos el descenso mi estomago se contrae, al bajar respiro profundo cuando el aire de Las Vegas toca mi rostro, en el último escalon bajo con el pie derecho, esperando que esta vez no tenga que salir corriendo de esta increíble ciudad una vez más.

«Vamos por cosas buenas.»

—No puede ser —digo en cuanto veo a Madison tocando su panza ya de ocho meses con Thomas abrazados esperándome.

Cuando me ve suelta a Thomas y comienza a caminar rápido hacia donde estoy, yo encambio corro a buscarla.

—¡Amiga! —nos abrazamos.

—Te extrañe. —dice llorando.

—Ya estoy aquí —nos separamos para mirarla con mas detalle—, estas enorme —rio mientras limpiar sus mejillas.

—Crei que no llegarías a tiempo.

—Gracias por cuidarla. —le digo a Thomas abrazandolo.

—Me estaba volviendo loco. —rie.

—¡Oigan! Estoy embarazada y muy sensible, y a que no saben que más... —abraza a Thomas.

—Por favor no digas sexo. —me tapo los oídos.

—Maia iba a decir...

—Comida —dice los dos juntos.

—Come a toda hora —le da un pequeño beso en la cabeza—yo llevare la maleta.

—Gracias.

—¿Cómo estas? —caminamos delante de Thomas.

—Bien, con emociones encontradas...

—Estamos juntas, nos vamos a cuidar mutuamente ¿Si?

—Juntas. —tomo sus manos.

Nos contamos algunas cosas, al llegar a la camioneta notamos que Thomas no esta detrás de nosotras.

—¿Donde esta este hombre?, en verdad tengo mucha hambre.

—¿No se supone que ya cenaste?

—Comi muy poco —alza las manos— para poder volver a comer algo contigo —me señala sonriendo— Le voy a llamar —desbloquea rápidamente y lo llama.

—Si yo también tengo un poco de hambre.

—Amor ¿Donde estas? Nos iremos sin ti, tenemos hambre, bien.

Después de unos minutos lo vemos aparecer.

—¿Y esas caras largas?

—Hasta que llegas, ya estaba por morderme un brazo tu mujer.

—¿Dónde que quedaste?

—Me encontré con un amigo y nos pusimos a conversar.

—¡Thomas! —lo empuja— y yo acá casi desmayándome del hambre.

—¡Vamos pequeña piraña!

—No me gusta mucho ese apodo.

De camino Madison no para de hablar, le respondo un par de veces estoy perdida en la vista por la ventana, enamorándome una ves más de esta ciudad.

POR SIEMPRE A MI LADO (2da parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora