Capítulo 18

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La seguridad en la empresa fue aumentada, debiamos mostrar nuestras identificación todos los días al ingreso.

—Aaron —digo llamando su atención al entrar a la oficina— acaban de llamar de recursos humanos, mañana vuelve tu secretaria.

—No la quiero, voy a llamar para avisar que quiero que sigas siendo tu. —hace una sonrisa de lado.

—No puedes hacer eso. —me detengo frente al escritorio.

—Claro que puedo, es más quiero que no vuelva ninguna por faltar a su trabajo.

—Están enfermas, no faltaron porque quisieron darse unas vacaciones de tu mal humor.

—¿Con que tengo mal humor? —da la vuelta para quedar frente a mi.

—Eso es lo que dicen algunos. —sonrio.

—Quiero nombres. —exije, estamos a pocos centímetros.

—No puedo darte esa información —sonrió también de lado—, puede que te la de cuando se termine mi contrato.

—Te quedarás aquí para siempre. — se acerca y rosa nuestros labios.

—Sabes que no es posible, te aseguro que existe mucha mas gente apta para realizar el trabajo en esta oficina.

Prácticamente soy como un adorno para la empresa, algunas de las cosas que hacen me las tienen que explicar por no decirte que me explican todo.

—Soy el puto dueño, y se queda quien yo quiero.

—Con esa boquita comes pan. —levantó la ceja.

—No sólo pan, como muchas más cosas y lo hago muy bien y lo sabes. — nos besamos, doy un paso atrás para poder separarnos pero me choco con el escritorio donde Aaron me levanta colocándose sobre el. Poniéndose entre mis piernas.

—Aaron.

—¡Sshh! nadie entrará la secretaria está muy ocupada. —deja mis labios para ir a mi cuello.

—Tienes personas esperando.

—Tenemos que hablar. —muerde mi oreja.

—Aaron —prácticamente gimo su nombre, al sentir su mano bajo mi pollera.

—¿Si vamos a hablar?

—Pero no así —pongo mis manos en su pecho para separarnos—, como hablan las personas normales.

Su teléfono suena una ves indicando que es un mensaje, al girar leo que es Thomas.

—Te necesitan en la reunion.

—Te necesito a ti siempre a mi lado —me da un pequeño beso mientras me arreglo la ropa— Siempre hermosa.

Deja un pequeño beso en mi cuello y sonrie. Al ver esa actitud, comienzo a desconfiar de el.

—¿Que has hecho?

—Nada.

Corro hasta el cuarto de baño que tiene en su oficina y al verme en el espejo tengo ganas de matarlo.

—No lo creo —lo empujo—, lo hiciste otra vez.

—¿Hacer que?

—Eso no lo puedes hacer —veo la marca en mi cuello—, que voy a hacer ahora, estoy trabajando —lo vuelvo a empujar— la ultima ves que me hiciste esto terminamos muy peleados, ¿quieres repetir la historia otra vez?

—¡No! —tomo un trozo de papel y se lo entrego.

—Limpiate el labial, te están esperando.

POR SIEMPRE A MI LADO (2da parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora