Capítulo 5. Verdades rotas

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Estaba solo, en todo el sentido de la palabra, mis amigos rompieron cualquier contacto conmigo en cuanto se enteraron de todo, incluso Sakura, de todos fue quien más me dolió era cómo perder a una hermana. Algunos como Kiba, Shino y Sasuke me golpearon, me lo merecía pero incluso con todo eso nada parecía suficiente.

El trabajo me mantenía ocupado en el día y en las noches mis adicciones calmaban el dolor de la soledad, escapar un momento de todo eso que sentía también me lastimaba. Poco a poco el tiempo paso, el primer mes y no había señales de Hinata pero un par de días después un mensajero de los Hyuga llego a la empresa con un paquete sin marchas de ningún tipo, lo abrí de inmediato, tenía que ser de ella.

Un CD y una nota era todo lo que había en la pequeña caja.

"Primera ecografía.

Todo va bien.

H"

Me encerré en la oficina y ordene cancelar todos los compromisos para ese día. Temblaba en cuanto fue el momento de reproducir el video, en cuanto lo hice la voz de una mujer inglesa estaba relatando y señalando puntos específicos de los que no entendí absolutamente nada pero lo supe al momento en que abrí el video, esa pequeña lucecita, ese punto brillante. Era mi hijo, mío y de Hinata.

Lleve mi mano a mi boca para cubrir los sollozos que se me escaparon y lloré con todo lo que tenía mientras veía el video una y otra vez sin percatarme de cuánto tiempo hubiese pasado. Dolía como no imaginaba, pero estaba profundamente feliz también, Hinata, ella a pesar de tener la capacidad y el derecho de negarme conocer, participar y estar presente para esa nueva vida que creamos, no lo hizo. Todo con respecto a ella, su amor, su sonrisa, su cuerpo y nuestro hijo, todo eso que tome y brindé, no me lo merecía.

Ignore los llamados a la puerta de la oficina y me ahogue entre agujas y alcohol, sin saber si estaba satisfaciendo mis necesidades o castigándome por lo imbécil que fui, por lo que era. Cuando todo fue silencio me levante del piso y me restregué el rostro, los ojos me ardían. Estaba mareado y tuve que sostenerme de lo más cercano, mi escritorio, para no caer de nuevo al piso. Tome el CD con la prueba viviente de la única esperanza que tenía y salí entre la lluvia hacía el único lugar que me quedaba.

Lo bueno de la lluvia sobre mí es que me lavaba las lágrimas, me limpiaba un poco toda la suciedad que llevaba sobre mí. La fría lluvia me devolvía un poco mis sentidos y caminar lo que camine me hacía ansiar un poco de ese consuelo pero que no merecía. Llegue y aferré a esa puerta un toque una y otra vez hasta que las luces se encendieron.

- ¡Naruto! – Mi madre soltó un quejido junto con el viejo bate que use en la secundaria y se arrodillo en el suelo, preocupada y dolorida por mí.

- Mamá – Estaba tan cansado. Su imagen era borrosa y brillante pero solo verla me ayudo a calmarme.

- ¡Minato llama una ambulancia! – Su voz era lejana y el dolor se disipaba.

El frio persistente me despertó. Luz y una intravenosa en el brazo. Ahora todos lo sabrían. Me enfurecí conmigo mismo, se suponía que no debían enterarse. No quería que nadie lo supiera, cerré los ojos con fuerza pero los abrí inmediatamente. Esa habitación de hospital me recordaba lo débil que era. Poco tiempo después ya más consciente de mí mismo logre escuchar las voces en el pasillo, unos minutos más tarde la puerta se abrió y rebelo los largos cabellos rojos de mi madre, tan intensos como su amor y probablemente su ira y decepción también.

Su charla con el medico termino al verme despierto y con lentitud se acercó a la cama de hospital como para verificar si me encontraba bien, lo siguiente fue una fuerte cachetada.

- ¿Cómo te atreves? – Me miro entre lágrimas - ¡¿Cómo te atreviste Naruto?! – Mi padre la tomo en brazos para que se desahogara y no me miro.

- El médico nos informó que esto no fue una recaída cualquiera, que llevabas tiempo así, tal vez meses – Su mirada se tornó fría como nunca lo había hecho - ¿Cuándo fue? Responde.

- Con Shion, hace dos meses – El inicio de mi destrucción fue esa primera línea de cocaína.

- Dejaré en la historia médica la remisión para un centro de desintoxicación señor Namikaze – Fue lo único que dijo el médico antes de dejarme solo con mis padres.

- ¡Así que fue esa perra! – Mi madre ya no lloraba, ardía de furia.

Fui adicto en la secundaria, la recuperación no fue sencilla y recaí muchas veces por mis malas amistades. Nunca fui capaz de decirle que no a las drogas y me mantuve limpio por 5 años. Hasta que esa mujer con segundas intenciones y el corazón podrido apareció como un reluciente cliente importante.

- Así que eso fue lo que en realidad sucedió – Mi padre ya lo sabía sin tener que decirlo, pero aun así lo hice. Mi madre quedó en silencio analizando las palabras de su esposo.

- La verdad es peor que las especulaciones – Me sinceré, ya había tocado fondo pero necesitaba mejorar, salir de ese pozo oscuro en que me sumergí.

- Estabas tan drogado que ni lo recuerdas ¿No es verdad? – Solo asentí, otro golpe ardía en mi mejilla, baje la cabeza avergonzado, enojado y roto como estaba. - ¡Kushina! – Mi padre intentaba contenerla.

- Descuida – Ellos me miraron expectantes por lo que diría después – Golpearme podrá llegar a ser deporte olímpico, yo me ofrezco de práctica.

Me burle de mi propio dolor, de pronto divisé mi saco en una percha cercana hice ademan de lo que quería y mi padre me lo pasó. Si, ahí estaba aún, la luz, lo que me quedaba, mi razón, mis razones para mejorar. En cuanto los viera no podía presentarme como ese hombre destruido. Fue suficiente de autodestrucción.

Las tonalidades del amor [NaruHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora