4: Atracción prohibida

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Daban las seis de las mañana y Minato ya se había levantado, permanecía en el baño dejando que el agua le cayera en la cabeza, revolvía su cabello al sentir lo frio del agua que hacía que su cuerpo se estremeciera, cerro la llave y dejo escapar un suspiro tomo la toalla y se secó el rostro con ella y luego la enrollo en su cintura para tapar su desnudez, camino hacia su habitación, y con una sonrisa miro a su pequeño hijo que dormía abrazado a la almohada; comenzó a buscar entre su poca ropa algo presentable que usar para poder ir a trabajar, porque aunque fuera a limpiar solamente, se sentía tan fuera de lugar en esa casa, le hacía darse cuenta la clase de vida que vivía más marcadamente, sacudió su cabeza para poder concentrarse en lo que hacía, empezó a vestirse esperando la llegada de Tsunade, escucho que llamaban a la puerta y termino de vestirse para salir a abrir, miro con una gran sonrisa a la hermosa mujer que acababa de llegar, esta lo abrazo con una devastadora fuerza.

-Me ahogo Tsunade – dijo para que la mujer lo soltara y dejara de ahogarlo con sus grandes pechos

-No seas malo, tampoco es que sea mi culpa que sean tan grandes – dijo ella comenzando a reírse

-Como digas, solo te pido que nada de estar bebiendo frente a mi hijo – dijo Minato mirándola con un rostro serio

-Si ya relájate no lo hare, sabes que estos meses he estado sana – dijo refiriéndose a su gran amor por la bebida

Y es que ese era el único problema que Minato le encontraba a una mujer con ella, que adoraba beber más que comer, muchas veces tuvo que ayudarle a Jiraiya a lidiar con ella, y es que cuando se pone ebria no hay nadie que la soporte ni siquiera su amiga Shizune aunque ella parece ser la única que puede lidiar con ella. El sol iluminaba con una luz tenue las carreteras y Minato caminaba pensativo, aun se acordaba de la cantidad de dinero que ese hombre le había ofrecido como sueldo, era una locura, ¿Cómo puedo desperdiciar tanto dinero? Lo que le iba a pagar era el triple de lo que el ganaba en su anterior trabajo, y eso que antes, tenía que limpiar los estantes, pisos y los congeladores, atender a los clientes y llevar registro de lo que se pagaba en efectivo o por tarjeta, aquí solo tenía que limpiar y lo que ganaba era una gran cantidad, pero Minato no podía dejarlo pasar necesitaba dinero y rápido estuvo a punto de dejar la universidad sin embargo la promesa que había con Kushina no lo dejaba hacerlo.

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Mantenía la suave mano de Kushina entre las suyas, mientras los rastros de una cuantas lagrimas se borraban de su rostro, la mirada de los hermosos ojos de su esposa lo hacían sonreír, acariciaba con suavidad el abdomen de su esposa, había sido llevada al hospital por culpa de los dolores de parto sin embargo, según los doctores aún tenía que dilatar más, pero ellos dos lo sabían, era posible que ella no sobreviviera al parto, había sido un embarazo difícil y estuvo a punto de perder a Naruto en varias ocasiones, ahora solo estaba hay consolándola y consolándose a sí mismo para calmar el miedo que permanecía en su interior; con tan solo dieciocho años ya iban a ser padres, todo había sido por sus descuidos cuando estaban juntos pero ambos habían aceptado a ese niño y lo esperaban con mucha felicidad.

-Minato, ¿quiero que me prometas algo? – dijo Kushina mientras le sonreía

-Claro lo que quieras mi vida – le respondió Minato

-Prométeme que cuidaras de nuestro bebé si yo no sobrevivo, y que vas a estudiar, aunque se, que será difícil, porque recientemente te inscribiste en ello pero quiero que lo logres

-Lo hare querida lo voy a hacer todo por ti, pero no seas así de negativa, tú vas a volver a casa y estaremos juntos...

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Amor letalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora