12: Carga

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El sol brillaba y se reflectaba en el brillo de aquellos azules, el solo sonrió al ver como su hijo jugaba tranquilamente en el parque, ya había sido un mes desde que se habían ido a vivir en aquel apartamento que Madara les consiguió, y aunque fue algo difícil para el aceptarlo a ese hombre era más cabezota que él, y mucho más complicado, recordaba la cantidad exuberante de dinero que le dio, cuando le dijo que tenía que salir por una semana, e incluido el teléfono que le regalo, aunque no fue fácil aprender a controlarlo, él no era bueno para la tecnología ni nada parecido, y ahora no solo seguía estudiando gracias a Madara sino que también podía cuidar a su hijo y dándole estudio, le debía tanto a aquel hombre que ya no sabía cómo agradecerle, aunque Madara seguía insistiéndole en que no tenía que preocuparse; pero incluso Tsunade y Jiraiya habían puesto la mayor cara de sorpresa que había visto en su vida, no se creían que el fuera a pagarles por todo los favores que le hicieron, por lo buenos que fueron cuando no tenía a nadie, aun podía recordar sus palabras:

-No tienes que...Minato, ese dinero lo necesitas más tu – le dijo la rubia devolviéndole el sobre con el dinero

-Es cierto Minato, nosotros somos tus amigos no tienes que hacer esto, nosotros nunca te hicimos aquellos favores esperando nada a cambio – le comento Jiraiya pero incluso así Minato insistió

-Tómenlo ustedes lo merecen, y les debo mucho más, ustedes me salvaron y estuvieron ahí cuando no había nadie más, además quizás esto les sirva para que se tomen unas vacaciones y descansen, se lo merecen – le dijo Minato dejándole el sobre en las manos de la mujer – pero no lo gasten en alcohol, eso me decepcionara – dijo Minato retirándose dejando a aquella pareja totalmente confundida

Minato se rio por lo bajo al recordar la cara de confusión de aquellos dos, pero que tan feliz lo hacía, en momentos así se daba de cuenta que Madara ahora mismo era su máximo pilar, que le debía muchas cosas a ese hombre, incluso lo enseño a conducir y saco su licencia, aunque claro, termino agradeciéndoselo en el asiento trasero del auto, aunque estuvieron a punto de ser descubiertos por un oficial, aquello lo hizo reírse mucho, aquella clase de cosas, esos lugares raros y peligrosos que nunca había probado, todo lo estaba probando con ese pelinegro que tenía una mirada tan fría pero que podía ser tan tierno y romántico como nadie se podía imaginar.

Sintió las manitas de Naruto apretar sus mejillas, para hacerlo reaccionar de sus pensamientos en Madara.

-Papá, vámonos, tengo hambre – le susurro el pequeño

-Está bien campeón vámonos – le dijo tomando su manita para caminar juntos hasta el apartamento

El departamento en el que vivía ahora quedaba realmente cerca del parque en el que solían estar, así que demoraron prácticamente unos diez minutos en llegar al departamento, abrió la puerta de aquel enorme departamento y Naruto fue el primero en entrar quitarse los zapatos y salir corriendo por todo el lugar, sin embargo escucho como su pequeño hijo soltó un quejido, y eso lo alarmo, volteo instintivamente y no lo miro por ningún lugar y corrió a buscarlo por todos lados, y de un momento sintió como alguien lo tumbaba y lo ocultaba en una de las esquinas del apartamento, haciendo que Minato se asustara, pero en cuando sintió como besaban su cuello y apretaban sus manos, se dio de cuenta que era Madara, el cual con aquella voz ronca y profunda se apoderaba de su cuerpo y lo hacía temblar.

-¿Cuándo llegaste? – le pregunto Minato el cual abrazaba a su pareja

-Hace unos quince minutos – le susurro el pelinegro – pero ya no podía aguantarme las ganas de estar junto a ti

-Tú también me hacías mucha falta cariño – le dijo besándolo con pasión

-Papá – escucho la voz de su hijo mientras halaba la camisa de Minato – tengo hambre

Amor letalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora