Se mantenía en silencio, revisando con mucho cuidado su bolso, verificando de que todo estuviera bien y empacado, sin embargo aún había algo que le molestaba, era el sobre que permanecía encima de su mesita de noche, aquel dinero, que lo más seguro era que Minato estuviera necesitando, se pasó las manos por el cabello revolviéndoselo un poco, empaco todo en su automóvil y sin embargo no pudo evitar regresarse y tomar el sobre, aunque era de noche sabía que lo más seguro es que Minato estuviera despierto, solía estudiar mucho, condujo hasta la residencia donde vivía Minato y tras pensarlo unos segundos, se bajó de su auto y subió las escaleras, sin embargo se sentía nervioso, ¿Qué le iba a decir a ese rubio? Estuvo a punto de devolverse e irse, más sin embargo se dio dé cuenta de un pequeño detalle, la puerta estaba ligeramente abierta, y podía escuchar unos sonidos extraños, entro con mucho cuidado, y pudo ver a un hombre vestido de negro, mientras tiraba algunas cosas valiosas en una bolsa, cuando el hombre lo noto, Madara sonrió de medio lado, no se creía que lo estuviera apuntando con una navaja, ¿Era idiota o qué?
-Si te acercas un poco más, te matare – Madara no pudo dejar de sonreír – hablo enserio – grito el hombre logrando que Madara se acercara un poco mas
-Muy bien, ¡Mátame! – dijo como si de una burla se tratase
Cuando el hombre se abalanzo encima del pelinegro, este solamente detuvo su brazo bajándolo hasta que el filo de la navaja apunto al suelo, puso su mano libre en el hombre del hombre, y luego lo bajo de golpe asestándole un rodillazo en la cara, luego lo tomo por el cuello de la camisa, y lo jalo hasta afuera de la casa tirándolo al suelo.
-Si te veo una vez más cerca de este lugar, y si me vuelves a amenazar no vivirás para contar que me conociste
Con aquella amenaza el hombre salió corriendo despavorido, Madara entro de nuevo a la habitación, abrió la puerta del dormitorio, y miro como un pequeño bulto en la cama temblaba, se acercó y acaricio la cabeza del niño, el cual enseguida empezó a sacarse la sabana al oler el perfume de su padre, miro a Madara y sonrió, luego de abalanzarse a sus brazos y llorar.
-Naruto ¿Dónde está tu padre? – pregunto Madara al no verlo en casa
-No lo sé, cuando me desperté ya no estaba y cuando salí a buscarlo no lo encontré, estaba ese hombre intentando entrar – dijo mientras Madara notaba los rasguños que tenía en sus bracitos y en la cara
-Vamos a mi casa, no te puedo dejar aquí si tu padre no está – dijo llevando al niño a su auto, para conducir a su casa
Cuando lo dejo en su casa, lo acostó en su cama para que pudiera dormir tranquilo, tranco la puerta y salió de su casa, de todos modos tenía que cumplir su trabajo. Condujo hasta llegar al edificio, aunque había intentado hacerlo desde la sima de un edificio, no podía, tenía que infiltrarse, tenía que disfrazarse, camino entre los pasillos como si nada, saco el arma que mantenía en su pantalón, y apunto cuando verifico que nadie lo veía, disparo y su buena puntería dio en el blanco, en ese momento sonrió para sí mismo muy levemente, y se adentró en el baño de caballeros, dejo pasar unos minutos y lo mejor de todo, en el baño no se escuchaba nada del jaleo que se había armado. Dos hombres acababan de salir del baño cuando él lo hizo, y los tres caminaron seguido, y pusieron cara de confusión al darse de cuenta de los gritos y la locura que se había armado en el segundo piso, caminaron hacia la escena del crimen, y todos se sorprendieron y la cara de Madara fue totalmente fingida.
-¿Qué demonios? ¿No me digan ahora que hay un idiota por ahí matando gente? Lo que faltaba, primero pierdo al chico rubio de ojos azules y ahora no puedo terminar de disfrutar la noche – Madara al escuchar eso sintió un escalofrió recorrer su cuerpo, ¿acaso podía ser Minato? No podía ser, pero sin embargo, era una posibilidad
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Amor letal
FanfictionMinato Namikaze es un estudiante universitario que lleva una vida casi secreta y complicada desde que su esposa murió, hasta que conoce a un hombre mayor que mejorara su vida pero también la convertirá en un desastre cuando le robe el corazón; pero...