7: La caja de pandora

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Las luces de la ciudad resplandecían, pero en la oscuridad de los callejones lo único que pronto brillaría seria el color carmesí de la sangre que correría en unos minutos, en lo alto de un edificio permanecía con un rostro frió, ocultando perfectamente su presencia, su sed de sangre, con sus ojos fijos en su objetivo a través de la mira de la Hécate, el viento soplaba con fuerza y sus ojos desprendían un brillo especial esa noche, su cabello corto era ondeado por la brisa, dejo escapar un suspiro lo que más quería en ese momento era ver caer a ese canalla al piso y verlo agonizar, la munición estaba cargada y todo estaba listo para el disparo, dejo escapar un segundo suspiro, miro a través de la mira y se aseguró de que su objetivo no iba a huir, una sonrisa desquiciada se hizo presente en su rostro y en ese instante apretó el gatillo, la bala atravesó el frío viento he impacto en la cabeza de su objetivo, miro como aquel hombre caía al piso y su sonrisa se desvanecía, aquello solo lo hizo sonreírse más aun, tomo el arma y se levantó del piso, procedió a meterlo todo en su estuche y a salir del edificio, por fin había logrado exterminar a una de las sucias ratas que infectaban el mundo.

Minato permanecía sentado con una sonrisa en una de las bancas del parque, hoy era su día libre y nada le hacía más feliz que poder ver a Naruto corriendo por todas partes, pasando de los columpios a los toboganes y al sube y baja, le hacía tan feliz ver como su pequeño compartía con otros niños, pronto atardecería y tendría que irse aunque Naruto seguramente no quisiera irse. Su vida había mejorado en un cincuenta por ciento desde que estaba trabajando para Madara, su paga era una gran ayuda, y además que era un hombre inteligente y le ayudaba en algunas cosas de la universidad, lo único que le faltaba era conseguir una casa mejor en un vecindario mejor así Naruto podría estar más seguro, sin embargo lo que seguía demasiado presente en su mente, era Madara, aunque fuera un hombre mayor se había enamorado y aunque se odiaba a sí mismo no podía evitar estar tan ilusionado, desearlo tanto como lo hacía.

Madara permanecía inmóvil mientras poco a poco sorbía un poco de café de la taza, dejo escapar un suspiro, era algo típico de su persona revisar los vídeos que las cámaras habían grabado durante toda la semana, estaba aburrido de ver vídeos sin sentido, solo podía ver a Minato limpiar su casa hora tras hora, había pasado por la cámara de la cocina, la de la sala, la de cinco habitaciones que tenía y ahora solo tenía la del baño, eso sería lo mismo de siempre, el en el baño o Minato limpiando, puso el video en reproducción en su laptop, empezó a adelantar el video despacio.

-Quizás deba quitar esta cámara de mi baño – susurro para sí mismo

Siguió poco a poco con los videos sin embargo algo lo hizo detenerse, quedo prácticamente en shock ¡¿Qué demonios...Minato?! Un sonrojo se pintó en su rostro, pensó que eso no podía ser cierto, pero simplemente era real, ¡Minato se había estado masturbando en su baño!, adelanto el video con rapidez y tal parece que lo había hecho por mucho tiempo, busco en los videos del mes pasado, e incluso en ese entonces ya sucedía y él no se había dado cuenta, siempre le había parecido un fastidio revisar la cámara del baño, porque pensó que nada interesante sucedía pero ahora, ahora estaba demasiado arrepentido, coloco los videos en orden y empezó a verlo uno por uno, luego de ver el primer video no podía negar lo excitado que se había puesto, pero ¡cómo no hacerlo!, dejo que su mano bajara hasta la cremallera de su pantalón, y la abriera, tomo su miembro con su mano derecha y no pudo evitar empezar a subir y bajar causándole aún más excitación, mordió su labio con sensualidad, empezó a pasar videos todo era más de lo mismo; videos donde lo que más resaltaba era ese bello sonrojo en el rostro de Minato, pero el último video dejo a Madara mas que excitado, aquello no se lo espero, "aquel hombre ¿podía tener una mente tan sádica como para hacer algo como eso?", dejo escapar varios gemidos mientras sus manos aceleraban alrededor de su miembro al mismo tiempo que lo acariciaba, su semen salió rápidamente haciendo que se detuviera de impacto, su cuerpo ardía, no era suficiente, masturbarse no era suficiente para detener aquel volcán que acababa de hacer erupción, no podía salir de su casa hoy, no podía ver a Minato hoy, si lo hacía no podría controlar sus instintos, y podría terminar haciendo algo terrible, en ese instante apago su computadora y decidió ir a darse un buen baño, después se acostó a dormir quería borrar aunque fuera unos segundos aquellas imágenes de su cabeza.

Amor letalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora