9: Red Moon

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No quería, muy por dentro no quería acercarse a ese club porque le parecía que nada bueno sucedería si él se acercaba a un lugar como ese, pero ya no tenía escapatoria, tenía que hacerlo aunque le doliera mucho, aunque el hecho de darle su cuerpo a un nombre que apenas conocería lo hacía sentir repulsión, él no sabía quién sería, ni como seria, ni como lo trataría, pero por su hijo el haría lo que fuera, no permitiría que su hijo sufriera por sus errores, por las cosas de las cuales él no tiene ni idea, se sentía tan mal, pero lo haría, se había decidido y de todos modos no le quedaba mucha escapatoria con eso de que el mundo parecía despreciarlo por completo, como para que ni siquiera pudiera conseguir un trabajo. Naruto se había quedado dormido hace unos minutos y Minato contemplaba a su pequeño que abrazaba con sutileza la almohada, cerró la puerta de cuarto decidido, chequeo que todo estuviera seguro para que él no se pudiera salir, salió a la calle donde la gente bromeaba, gritaba y bebía, la verdad ese barrio no era el más seguro del mundo y por eso tenía miedo, él había querido mudarse hace mucho, pero hasta ahora no lo había logrado a pesar de su esfuerzo.

Detuvo un taxi y se dirigió al lugar, aunque él no sabía dónde quedaba con solo darle el papel al taxista este supo enseguida adonde tenía que ir, sin embargo la mirada que el taxista le dio lo hizo sentir inseguro, fue una mirada de lastima, como si se diera de cuenta que ya no tenía más salidas, y que iba a un lugar horrible, cuando el taxi paro la primera impresión de Minato es que era un bar de mala muerte, un lugar espantoso donde yacían cuerpos casi inertes a su alrededor, debían ser drogadictos o algo parecido, entro al lugar que ni siquiera tenía un guardia de seguridad, enseguida entro al lugar empezó a ser zarandeado hacia todos lados, unas mujeres empezaron a jalarlo y a tratar de meterle mano, a lo cual Minato sentía demasiada vergüenza.

-Disculpen pero ¿Dónde puedo conseguir al hombre del parche?

En ese momento las dos mujeres lo soltaron al escuchar lo que acababa de decir Minato, se miraron entre ellas con algo de asombro

-Esta allá arriba cariño – dijo señalando un pequeño lugar que parecía un balcón, Minato camino hacia el lugar y desde lejos pudo ver al hombre de cabellos azules que tenía un parche en su ojo y estaba rodeado de mujeres

-Buenas noches ¿podemos hablar? – pregunto Minato algo tímido

-Chicas espacio – dijo el hombre y estas enseguida se alejaron – Imagino que si me buscaste a mi es por la subasta

-¿Subasta? – susurro para sí mismo

-¿Quieres ofertarte por dinero? – dijo el hombre siendo más preciso

-Si – dijo el rubio decidido

-¿Por qué quieres participar? – dijo con una sonrisa

-Dinero – dijo directamente

-Eso me gusta, ¿Cuál es tu nombre?

-Minato Namikaze – dijo sin titubear

-Bien, esta es la hora y el lugar, estando allá se te explicara todo – dijo dándole un papel – pero antes déjame tomar una foto – dijo sacando una cámara

-Bien – dijo Minato dejándose sacar la foto

-Puedes retirarte, ah y un gusto mi nombre es Ao – dijo con una sonrisa mientras hacia una seña para que las chicas se acercaran de nuevo

Minato se guardó el papel el bolsillo y salió lo más rápido que pudo del lugar, o al menos eso esperaba, para cuando salió escucho la sirena de la policía llegar a todo volumen, como pudo se escondió entre las sombras de un callejón y pudo observar como la policía empezaba a sacar una por una a las personas que estaban dentro esposándolas, como pudo salió de aquel callejón y pasó desapercibido por las autoridades, camino unas cuantas calles hasta que encontró un taxi y lo detuvo, entro en él y dio la dirección del domicilio donde se hospedaba y este enseguida arranco, Minato se quedó mirando por la ventanilla, pensando en que si lo hubieran atrapado hubiera terminado peor de lo que ya estaba, cerró los ojos y respiro hondo, en ese instante pudo recordar la fragancia de aquel moreno que no había podido sacar de su cabeza sin importar cuanto lo intentara, Madara se había vuelto algo constante en sus pensamientos, y su fragancia era algo que no podía olvidar, esa fragancia a café y perfume caro, hacía que todos sus sentidos se activaran cada vez que pensaba en él, le gustaba tanto, lo adoraba tanto que su mente se negaba a darse por vencido y olvidarlo, y es que Madara no era un hombre fácil de olvidar, eso él sabía bien.

Llego a casa, y abrió la puerta con mucho cuidado sentándose al lado de Naruto, empezó a cambiarse, para colocarse algo más ligero para poder dormir, y se recostó al lado de Naruto, ahora mismo estaba muy agradecido con su casera, que incluso le había prestado dinero para comprarle medicina a Naruto, mañana sería un día pesado, tenía un examen de la universidad, por lo cual tenía que esforzarse y estudiar mucho, sin embargo al observar la nota que Ao le había dado, se alivió al notar que sería pasado mañana y dejo escapar un suspiro, tendría que faltar a sus clases, aunque podía excusarse con que estuvo enfermo o algo así, cerró los ojos esperando por quedarse dormido.

Cerraba los ojos con fuerza, esperando por quedarse dormido, pero para Madara dormir en paz era algo que el ya no podía hacer, desde aquel día que se había dejado llevar, desde que había hecho todo aquello con Minato, su culpabilidad no lo dejaba descansar, y aquello no era normal para él, había hecho cosas imperdonables toda su vida y jamás se había sentido culpable, pero ahora sí, sentía remordimiento y odiaba sentirse así, quiso distraer su mente, así que decidió ponerse en contacto con un cliente, encendió su computador, y devolvió la llamada que había tenido pendiente tapo la cámara de su computador, y el modulador de voz fue activado, una mujer aprecio en la pantalla la cual pareció sorprendida al ver todo negro.

-Disculpe ¿está ahí?

-Sí, dime ¿que necesitas de mis servicios?

-Es el, es mi esposo, lo odio tanto, siempre me está golpeando a mí y a mi hijo, ya no lo guanto – dijo mientras la imagen le llegaba por correo a Madara y ella comenzaba a llorar – siempre está muy alerta pero estoy segura de que estará en la SCH, el adora esas cosas y se olvida de sus alrededores, despilfarra el dinero en tonterías.

-Entendido, la Subasta de Cuerpo Humanos ¿eh?, su trabajo será cumplido, pasado mañana

-Muchísimas gracias, le debo mucho – dijo con una sonrisa

-No se preocupe – la llamada se cortó en ese momento y Madara se dejó caer en la cama una vez más

-Así que la SCH, todo sea por el dinero – dijo esbozando una sonrisa.

Amor letalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora