Capítulo 3

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ANTAR:

-Bueno, esa es tu única opción a menos que prefieras quedarte aquí, que pensándolo bien, es el único lugar en este barco que carece de ratas- dije con un tono divertido.- Además de todos los lujos, claro.

Me divertía jugando con ella, pero no era suficiente, quería más.

-También, tengo otra proposición que hacerte.- le dije con tono serio- Notarás, si te preocupas por ti, que es una buena propuesta. Hazte pasar por mi mujer, con eso, frente a mis hombres y en Puerto Molina, estarás protegida. Además de explicar el hecho de que te quedes a dormir aqui, si es que te importa tu reputación, claro.

Sonreí burlón, su expresión de ira y odio me daba risa, pero tampoco la subestimaba.

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LAYLA:

Escuché sin interés sus palabras, hasta llegar a cierto punto... ¿¡Qué!? ¿Yo?, ¿con él?, ¿en la misma habitación? Está loco...

-Ni lo sueñes. Negativo. Nunca.

Pensé en más forma de negarlo, claro está, sin llegar a matarlo... Gruñí y apreté los puños. Entre él y ellos... ¡Agh!, ¿qué estaba pensando...?

-Estas loco.

Sin embargo, al oír sus última palabras, más serias y como un verdadero pirata, no pude evitar valorarlo. Sabía que tenía razón, esa era la mejor opción... Dormir con el. En la misma habitación. Con un pirata. Suspiré y volví a mirarlo con ira.

Hacerme pasar por su mujer... Eso me libraría de gran parte de los problemas de entonces, pero también, me sumaba otros...

Negué con la cabeza ante mis pensamientos y mis actos.

-Está bien.-susurré.- Pero, si te atreves a tocarme y a hacer nada extraño, eres hombre muerto.

Me bajé de la silla y esperé a que Shin se pusiera en mi hombro.

-Él dormirá aquí también, esas son mis condiciones.- finalicé.- Confío en que dejes claro a tus hombres que no se me pueden acercar. Me da igual como lo hagas.

Dicho esto, caminé hacia la puerta y me apoyé contra la pared, a la espera de que saliera, y hablase con el resto.

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ANTAR:

-Como quieras - dije y salí del camarote.

Afuera los hombres estaban haciendo solo lo absolutamente necesario para que el barco siguiera su curso.

-¡Capitán! esta usted bien, esa mujer...- comenzó el doctor Flint, lo callé con una mirada.

-¿Quien la ha dejado entrar a mi camarote?- pregunté mirándolos a todos, el responsable fue rápidamente expuesto, se acercó con una sonrisa desdentada.

-¿Lo ha gozado capitán? Es una linda chica- me reí sin gracia, saqué mi arma y le di un balazo en la frente.

Todos se quedaron callados.

-¿Alguien mas quiere hacer una broma?- hubo murmullos de negación y silencio.

Escuché la puerta abrirse tras de mi, la curiosidad de Layla la había hecho salir al fin.

-Que a tiempo, querida -dije acentuando la última palabra, ella puso cara de pocos amigos, solo un segundo, después se mostró digna- Acércate un poco.

Ella se acercó a regañadientes, pero, metida en su papel, la tomé de la cintura y la atraje hacia mí. Ella estaba claramente incómoda, entonces la besé. Se apartó bruscamente con mirada de ira y casi esperé un golpe, pero se puso roja, me eché a reír y toda la tripulación también.

Piratas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora