LAYLA:
¡Mierda!, ¿¡cómo he podido acabar así, encerrada!?
Tenía ganas de que abrieran ya la maldita puerta, y que pudiera vengarme de un santa vez de ese asqueroso pirata.
Vale, estaba robando en su barco pero, ¿acaso ellos no hacen lo mismo? Y para colmo me metieron en la bodega...
No era una mujer bien criada, con vestiditos y tacones, pero, desde luego, ¡no me gustaba estar rodeada de ratas!
Por suerte, la bodega no tenía todo lo malo, había algo de comida y... Cierto, mucho Ron. Sonreí maliciosamente y cogí una botella sin empezar. Quité el tapón y tomé un largo trago. ¡Dios, que bien sabía eso!
No tardé en acabarme la botella y coger algo de comida pero, sin embargo, supe controlarme y parar.
Se oían ruidos en cubierta, pisadas y risas del exterior... Y yo encerrada... Lo juraba, mataba a ese pirata...
Busqué a tientas entre mi ropa algún arma, pero habían requisado todo... El cuchillo y la espada de doble filo... A la mierda el escapar. Ni siquiera Shin estaba aquí... Me había seguido, estoy segura, pero estará volando por ahí, buscándome o capturado por esos piratas...
Aburrida, me senté en el suelo y me dediqué a golpear la madera, componiendo una melodía con cada golpe. Ansiosa, esperé a que volviésemos a tierra, o al menos a que alguien abriese la maldita puerta
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ANTAR:
Esa maldita ladrona, venir a causar problemas a mi barco, y además intentar robar el tesoro que tanto trabajo nos costó robar.
-Capitán, deje de moverse, lo empeorará- dijo flint con preocupación.- Debería quedarse acostado, por lo menos hasta que pare la hemoragia.
Flint era el médico de a bordo, un hombre bajo y regordete, que siempre deambulaba por ahí gritando cosas sobre el aseo personal.
-Doctor Flint, tiene una idea equivocada de mi, si cree que algo tan trivial como que me corten una mano, va a detenerme- dije mirando divertido el muñón ensangrentado, que Flint se empeñaba en limpiar.
Afuera todo volvía la tranquilidad usual, con las ratas correteando por ahí y los piratas limpiando la cubierta, vigilando las aguas y tirando los cadáveres al mar.
Más tarde iría a ver a esa ladrona suertuda, si no fuera porque los marines se acercaban, ella tendría ahora una linda vista de peces y corales.
-Flint, no la cierres, ya se lo que quiero hacer con ella-dije con un tono que hizo que Flint me mirara con renuencia.
-Navegante, fije curso hacia Puerto Molina, los demás sigan las ordenes del navegante- Después de un coro de "si, capitán" todos se pusieron a trabajar, obedeciendo órdenes que gritaba el vocero "hicen las velas, timón trece grados al noreste"
Bajé por las escaleras a la bodega, tenía un asunto pendiente con esa ladrona.
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LAYLA:
Oí voces fuera, algunos desvarios sobre lo que el capitán me haría, y muchas risas piratas. Suspiré y gruñí ante esas palabras...¿Qué se creían esos hombres?
De repente, escuché un chillido muy conocido para mi, Shin. Bueno, al menos estaba cerca, volando y libre. A diferencia de mí.
Aun así estaba feliz de que no me hubiera abandonado. Sin embargo, mi felicidad desapareció cuando oí unos pasos acercarse. Tan solo se me vino a la cabeza una persona, y era ese asquerosos y odioso capitán.
