Capítulo 9

800 43 0
                                    

ANTAR:

Suspiré y me recargué en el timón, el día era tranquilo y claro, las corrientes no eran fuertes, ni en aire ni en mar. Sin darme cuenta antes, el ave de Layla llegó desde arriba y comenzó a picotear mi cabeza, jalando la ropa con sus garras y chillando. Me lo sacudí agitando la mano en su dirección, pero era persistente.

-¿¡Maldito pájaro, que te he hecho ahora?!- le grité algo irritado, pero pensé en la ultima vez que Layla había estado en problemas y dejé de intentar espantarlo.

Entonces el ave voló en otra dirección, chillando. Fijé el curso y fui tras él.

Me llevó hacia los camarotes, me extrañó que Layla pudiera estar ahí, con su odio a los hombres. El ave dio vueltas indicando el camarote del navegante, pero al entrar, lo que me encontré me hizo quedarme allí parado.

-Interesante escena es esta- dije sin expresión alguna, después sonreí de forma cruel- Espero alguien pueda explicarla.

El navegante reaccionó con un salto, sus ojos de terror me hicieron gracia, debió pensárselo antes de poner las manos sobre Layla. Esta estaba pegada a la pared, con mirada de terror también, pero no por mí. Vi la sangre en su garganta y miré el cuchillo del navegante, gran error.

-¡¡Ella vino aquí!! ¡Entró por cuenta propia!- gritó con terror, me vio sacar el arma y apuntarle, entonces él sacó la suya y apuntó a Layla- No te muevas, o ella muere.

Su mano temblaba, yo sonreí y disparé. Derribándolo, haciéndolo soltar el arma.

-Si no vas a disparar, no apuntes. Esto no es un juego de niños -disparé a su cabeza y murió al momento. Miré a Layla, pero no dije nada, solo dejé de sonreír.

--------------------------------------------------------------

LAYLA:

El terror me invadía por el cuerpo. No quería estar ahí, tenía miedo, pero no lo dejaría ver.

Esperé a que algo pasara. Y desde luego que pasó algo... Pero no lo que creí. Antar apareció en el camarote, nos miró sorprendidos, y poco después, pude ver la crueldad que mostraba su rostro. Un escalofrió me recorrió el cuerpo. El navegante se alejó un poco, lo suficiente para poder moverme y palpar las heridas de mi cuello y cintura, que aún sangraban.

Me quedé quieta mientras todo sucedía; no podía hablar ni moverme, no sabía como reaccionar. Y, cuando me di cuenta, el navegante estaba en el suelo frente a mi, muerto. El sonido anterior del arma me asustó, pero no fue hasta notar la mirada de Antar sobre mi, que caí de rodillas al suelo. No solo mi pasado, sino lo sucedido en ese momento, removían mi conciencia. Quería gritar como aquellas noches cuando era pequeña, pero no era capaz. No mostraría de nuevo mi debilidad, y menos aun ante ese hombre, quien no era diferente al resto, a pesar de haberme ayudado.

Tapándola herida mayor de la cintura con una mano, caminé tambaleante hasta la puerta del camarote, aun con la cabeza gacha y los ojos llorosos. Al llegar junto a Antar, me digné a parar.

-Gracias, pero no necesito la ayuda de alguien como tú.

--------------------------------------------------------------

ANTAR:

-¿No necesitas la ayuda de alguien como yo? Seguro, entonces no quieres que te ayude -le dije serio.- Y supongo que esas heridas son muestra de lo bien que estabas manejando las cosas hace un momento. Y me vas a decir que lo tenías bajo control, y que no tenías miedo. Porque en ese caso, casi deseo haber llegado un poco más tarde.

Miré sus heridas, ella estaba enojada, pero en el fondo, yo lo sabía, estaba más aterrada que enojada. Saqué el pañuelo de mi chaqueta y se lo ofrecí para que se limpiara.

Piratas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora