Capítulo 2

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ANTAR:

Salí de la bodega seguro de que ella aceptaría mis términos. Aguardé un momento antes de abrir la puerta que daba a cubierta, al abrirla me hice a un lado y una bola de cinco piratas rodaron por las escaleras hasta chocar con la puerta de la bodega, entre gemidos me miraron alarmados, hice un sonido de desprecio y salí de ahí.

-Cierren al salir, ¿de acuerdo?- les dije antes de desaparecer en mi camarote.

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LAYLA:

Poco después de que se fuese, más bien un minuto, un ruido se oyó contra la puerta. Me puse de pie en un salto y me preparé para que lo fuese que fuera a pasar.

En efecto, segundos después, la puerta de la bodega se abrió, dejando paso a cinco piratas con ojos lujuriosos y hambre de... ¡Agh!, de tenerme para ellos...

Iban armados, se podía ver a simple vista pero, al fin y al cabo, eso era un punto a mi favor.

-Buenas tardes, piratitos, seguro que habéis venido a jugar, ¿no?

Lentamente me fui acercando a uno de ellos. Este parecía ansioso, pero estaba quieto. Entonces, otro de ellos, me agarró por detrás.

En ese momento, cogí la espada del cinturón de el delante, y ataqué al otro. Casi sin querer, le clavé la espada en el pecho, y cayó muerto al suelo. Bueno, mala suerte para él...

El resto me miraron sorprendidos y desenvainaron sus espadas. Sonreí y luché contra ellos. A base de golpe los dejé inconscientes, si todos eran así, esa tripulación no llegaría muy lejos...

Empecé a caminar hacia fuera, armándome con un cuchillo más pequeño y con otra espada. No era lo que solía utilizar, pero al menos era algo.

Ya era hora de hacerle una visita al Capitán, y antes de lo planeado... Salí a cubierta sin prisa, con una de mis nuevas armas en mano. Nada más poner un pie fuera, todos giraron a mirarme y, lo más importante, Shin voló hacia mí a una velocidad increíble, posándose en mi hombro. Le acaricié su pequeño cuello y me acerqué a uno de los hombres y le apunté con la espada. Todos estaban quietos, seguramente estos eran más listos que los otros...

-Díganme cómo se llega al camarote del capitán, tengo que hablar con él...

El hombre tan solo asintió y señaló la parte trasera del barco. Aparté el arma y caminé hacia allí. No tardé en encontrar una puerta más amplia que el resto, ese era el camarote del que buscaba. Llamé con desgano y esperé una respuesta.

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ANTAR:

-Pero si no ha tardado nada, uno pensaria que lo consideraría antes- dije para mí y después dije más fuerte- ¡Adelante!

Espere a que entrara antes de continuar.

-Veo que como de costumbre, mis hombres son tan inútiles como las banderas blancas- dije despreocupado aún viendo que había obtenido una espada- Y tú no vienes con una bandera blanca, ¿verdad?

La bella ladrona entró por la puerta con una sonrisa de satisfacción en la cara y un halcón en el hombro. No le había costado nada pasar por los idiotas de ahí afuera... Debía deshacerme de estos tontos apenas tuviera tiempo.

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LAYLA:

Nada más oír su voz, abrí la puerta y entré con paso elegante en la estancia. Podía sentir cómo el barco se movía y balanceaba, pero sabía mantenerla compostura.

Piratas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora