XVIII. Noche 7: El Hermano Perdido (Parte I)

257 45 2
                                    

Confíteor Deo
Yo confieso ante Dios
omnipoténti, et vobis,
omnipotente, y ante
fratres: quia peccávi
vosotros, hermanos:
nimis cogitatióne,
que he pecado mucho
verbo, ópere et
de pensamiento,
omissióne.
palabra, obra, y omisión.

Mea culpa, mea
Por mi culpa, por mi
culpa, mea máxima culpa.
culpa, por mi gran culpa.
Ídeo precor beatam
Por eso, ruego a
Maríam semper
Santa María siempre
Vírginem, omnes
Virgen, a los Ángeles,
Ángelos et Sanctos, et
a los Santos, y a
vos, fratres, oráre pro
vosotros, hermanos,
me ad Dóminum
que intercedáis por mí
Deum Nostrum.
ante Dios nuestro Señor.

Confíteor, o "Yo Confieso".

-No digas estupideces -ordenó Black, prohibiéndose a sí mismo mostrarse sensible-. No eres un monstruo, y no acabarás en el séptimo círculo. Recuerda que casi te mueres, más de una vez, por intentar hace lo que Harry y yo te encomendamos. Estás intentando derrotar a las Bestias, para siempre. Así que no te pongas histérico, haz valer todas las vidas que se perdieron por esto. Cuenta tus bendiciones, Noah, no tus defectos.

Noah se había acuclillado, porque se sentía pequeñito, pero levantó la vista. ¿Entonces Black no creía que sus actos eran una monstruosidad?

-Cuando yo jugué Lupus, la Manada tenía solo tres integrantes, no cuatro -continuó el rubio-. Dos de ellos se volvieron locos y sanguinarios. El otro era Harry.

-¿Qué con eso?

-Quiero decir que en tu equipo, dos se volvieron locos de forma casi instantánea. Luego la chica, Iris, la que murió a manos del Cazador. Ella también se había vuelto loca, enferma de frenesí. Solo quedan tú y tu compañero, el niño albino.

Noah trató de recuperar la compostura. Hasta el momento, el ruso solo le estaba diciendo cosas que él ya sabía.

-Prosigue.

-Quiero decir que es muy común que los Lobos sucumban a la voluntad de las Bestias. Es lo más probable, que se vuelvan locos. Pero tú todavía tienes dominio sobre tu consciencia, puedes elegir qué camino quieres recorrer. Si eliges luchar hasta el final para que esta tragedia no vuelva a suceder jamás, no puedes considerarte un monstruo.

Noah asintió, tratando de creerse el mensaje. En aquel momento, se sentía lo suficientemente pesimista como para negar las palabras de Black, pero no lo hizo. Se obligó a creer en ellas. No le quedaba de otra si quería permanecer cuerdo.

-Confiaré en ti, Black -declaró-. Esta Noche, después de la muerte de Ethan, volveré al bosque.

-Esa es la respuesta que esperaba de un soldado -contestó el otro, esbozando una ligera sonrisa, pero enseguida se puso serio de nuevo. Su expresión se tornó casi tan dura como la de un McLeod, presagiando el peligro. A Noah no le gustó nada-. Solo te queda la tercera prueba, la última. Si tienes provisiones, llévalas, por si demoras. No sé qué podrán hacerte las Bestias, pero ellas te conocen hasta mejor que tú mismo. No sé cómo, pero tendrás que ser precavido. Conocen tus puntos débiles, es allí donde te pegarán.

Se oyó el prolongado y grave sonido de un cuerno. Era Irina, llamando a los pocos jóvenes vivos que podrían asistir a la horca. Ese sonido era la sentencia de muerte de Ethan. Era lo que marcaba el final de otro amigo, que pronto pasaría a la historia como un soldado caído.

LUPUS 2 | Las Bestias despiertanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora